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Daniel Molina: “El paciente de audiología es distinto al de óptica: llega con dudas complejas y necesita más tiempo”

Daniel Molina, cofundador de Hearinit, explica en esta entrevista cómo dio el salto hacia el emprendimiento y qué significa que su startup fuera escogida por Wolaria, la aceleradora pública de la Junta de Castilla y León, como uno de los proyectos más prometedores de 2025

Daniel Molina López, fundador de Hearinit.

Por Jaime Cevallos - 23/09/2025

Pregunta: ¿Qué experiencia personal o profesional le inspiró a fundar Hearinit?

Respuesta: Abrir mi propia clínica auditiva fue una mezcla de ilusión y vértigo. En esos primeros meses, como muchos, recurrí a servicios de captación para llenar los huecos de la agenda. Funcionaban, sí; el teléfono sonaba y entraban citas. Pero había algo que no me cuadraba: el precio “humano” de ese volumen. La audiología es, ante todo, un oficio cercano, de mirada y de escucha —y esa humanidad no puede perderse en la primera llamada.

Con el tiempo entendí que no se trataba de atraer más pacientes “como sea”, sino de cómo llegaban y con quién se encontraban. Ahí nace Hearinit: darle la vuelta al método para que la audiología clínica sea realmente accesible y, a la vez, ponga en valor a los profesionales que la ejercen con rigor.

P. ¿Cómo influyó en el proceso su experiencia profesional?

R. Mi experiencia como audioprotesista y mis estudios en el grado de Audiología General en Vic me dejaron clara otra cosa: la audiología es profundamente multidisciplinar. En Zamora, donde trabajo, esa red de contactos no siempre está a mano. Por eso, con este proyecto buscamos acercar esa metodología a todas las clínicas posibles, independientemente de su tamaño o ubicación.

Y fuimos un paso más allá. Sabemos que el sector arrastra inercias —convalidaciones históricas entre óptica y audiología, escasez de perfiles sénior que empuja a contratar recién titulados—. Por eso integramos en nuestro CRM un servicio de asesoramiento premium para centros y córneres que necesiten un impulso: una tercera opinión en adaptaciones complejas, y un chat en vivo para que siempre haya al otro lado un audiólogo altamente cualificado.

P. ¿Cuál fue el mayor reto al pasar de la idea al lanzamiento en junio de 2025?

R. Lo hicimos con lo único que teníamos: tiempo, ganas y oficio. Éramos dos, bajo mínimos, y aun así decidimos destilar años de experiencia clínica en algo útil y manejable. El reto no fue solo “construir”, fue traducir necesidades reales del día a día en un funcionamiento sencillo, sin ruido innecesario.

Lo más duro no estaba en el código, sino en la cultura del sector. Venimos de una visión muy comercial de la captación. Nosotros defendemos otra cosa: ética, claridad y acompañamiento profesional. Demostrar que este enfoque funciona —y que puede convivir con la rentabilidad— sigue siendo la cuesta más empinada. Requiere explicar, una y otra vez, que poner al paciente en el centro no es un eslogan: es el estándar.

P. ¿En qué se diferencia su CRM del software que ya utilizan otras clínicas de audiología?

R. Más que un CRM, es una manera de trabajar. La herramienta es lo que regalamos por unirse a nuestra red, y lo hacemos así porque solo tiene sentido si todo lo que ocurre es medible y trazable: desde el primer contacto hasta el cierre, para poder evaluar con rigor la rentabilidad y decidir si merece la pena. La diferencia real está en el enfoque. No buscamos sumar pantallas, sino ordenar el recorrido con simplicidad: que lo necesario esté a mano, sin ruido, y que cada paso se entienda a la primera. El objetivo es que el equipo no tenga que ir saltando entre correos, soportes o procesos dispersos; todo queda integrado para que el profesional se concentre en lo importante: la atención y el criterio.

P. ¿Cómo garantizan la seguridad y privacidad de los datos clínicos que centralizan?

R. Muy sencillo: esto no sería posible sin criterio y sin vigilancia constante. Trabajamos con un equipo legal que audita cada paso y, gracias a Woralia, contamos con el apoyo de institutos tecnológicos que nos ayudan a reforzar cualquier “grieta” que pueda surgir. Cumplimos el RGPD y la LOPDGDD, y aplicamos privacidad desde el diseño: solo pedimos lo necesario, definimos tiempos de conservación y atendemos derechos de acceso, rectificación y supresión. En lo técnico, usamos cifrado robusto en tránsito y en reposo, controles de acceso con verificación en dos pasos y registros de actividad para poder auditar quién accede y por qué.

P. ¿Qué papel juega la digitalización sin perder el trato humano con los pacientes?

R. La digitalización es un medio, no un fin. Puede ordenar procesos, ahorrar tiempo y mejorar la coordinación, pero nunca debería sustituir el contacto entre profesional y paciente, que es el núcleo de nuestro trabajo. Los pacientes necesitan tiempo y escucha. Hay formas de optimizar esa primera toma de contacto y el asesoramiento, sí, pero siempre nos preguntamos: ¿a qué precio? La inteligencia artificial es tentadora y ya existen agentes virtuales que hacen ese primer filtro. El riesgo es perder la esencia clínica. Nosotros defendemos lo contrario: preservar lo que más importa. Que una persona cualificada escuche, explique cómo funciona una adaptación de audífonos, desmonte mitos, ajuste expectativas y acompañe la parte emocional de la rehabilitación. Eso no lo resuelve un algoritmo.

P. ¿Qué opina del modelo tradicional de atención en audiología?

R. El sector está cambiando y el paciente también: llega más informado, más exigente y con expectativas claras. Eso nos obliga —y nos motiva— a ser mejores profesionales: a actualizarnos, a dominar las herramientas que evolucionan y a comprender a fondo las soluciones para recomendar lo que cada persona realmente necesita. Creo que el modelo tenderá a moverse desde lo puramente comercial hacia una atención más clínica y transparente. Quien no haga ese cambio, poco a poco, quedará atrás. Cada vez más pacientes reconocen que están frente a un profesional sanitario, un rehabilitador, y no ante un mero “vendedor de audífonos”. Y, afortunadamente, también vemos más centros alineados con la buena praxis: menos foco en la transacción y más en la evaluación, el seguimiento y la rehabilitación de verdad. Esa es la dirección que, en mi opinión, da solidez y futuro a la audiología.

¿Qué objetivos concretos esperan alcanzar tras su paso por Wolaria?

R. Ser seleccionados por Wolaria es un impulso decisivo: convierte ideas que pendían de un hilo en un proyecto más sólido y coherente. Somos dos personas con mucha energía y, sobre todo, con la humildad de reconocer nuestras limitaciones: un audioprotesista — futuro audiólogo por la Universidad de Vic— y un desarrollador informático no lo saben todo sobre gestión, y admitirlo nos permite reforzarnos. Por eso, nuestro objetivo es salir de estos cinco meses con una estrategia afinada, una base financiera realista y un modo de trabajo claro y replicable. Los talleres intensivos —desde estrategia a legal y operaciones—, junto con el acompañamiento de mentores y coaches, nos ayudarán a profesionalizar procesos, contrastar decisiones clave y acelerar aprendizajes sin perder el foco en lo importante: el paciente y la buena praxis.

P. ¿Cómo imagina el sector de la audiología dentro de 10 años y qué lugar ocupará Hearinit en ese futuro?

R. Veo un futuro más clínico y sólido. Con el impulso del grado de Audiología General, la práctica tenderá a ser “audiología de verdad”: protocolos rigurosos en consulta, menos dependencia de esquemas puramente comerciales y más clínicas especializadas. La tecnología seguirá mejorando hasta permitir que determinadas prótesis auditivas puedan ajustarse por el propio usuario en casos sencillos; de hecho, ya se empieza a ver con dispositivos de consumo como los nuevos AirPods, donde el usuario puede hacerse una audiometría básica con el móvil y ajustar el sonido para pérdidas leves o moderadas. Es un OTC en toda regla, pero también una llave que apunta hacia dónde va el sector ¿Y Hearinit? Nuestro papel es ser el lugar donde el paciente encuentre audiología clínica de calidad, con verificación del nivel profesional de los centros afiliados y una garantía de buena práctica.

P. ¿Cuál es su opinión de la apuesta de la óptica por la audiología?

R. Desde el punto de vista empresarial, una buena sinergia óptica–audiología puede ser un apoyo real: bien trabajada, suma flujo de pacientes y abre oportunidades de prevención, porque quien consulta por presbicia con frecuencia también convive con presbiacusia. Ahora bien, la clave no está solo en “compartir base de datos”, sino en alinear equipos y culturas. El paciente de audiología es distinto al de óptica: llega con dudas complejas, necesita más tiempo, escucha y un acompañamiento que va más allá de la transacción. Por eso es importante diferenciar claramente ambos recorridos y mantener estándares clínicos propios de la audiología.

Hay un punto sensible: cuando se trasladan a la audiología dinámicas puramente comerciales o ganchos de marketing, se corre el riesgo de desvalorizar el trabajo clínico del audioprotesista y del audiólogo. Mi postura es constructiva: si el sector quiere que el paciente perciba el valor, debemos reforzar la calidad del servicio, explicar mejor qué hacemos y por qué, y medir resultados con transparencia. En resumen, la óptica puede ser un gran aliado si la integración se hace con respeto a la esencia de la audiología.

Etiquetas: Hearinit
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Jaime Cevallos
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