Mucho más que un árbol en miniatura, un bonsái es un símbolo de eternidad que reclama paciencia y constancia por parte de su cuidador. Estas cualidades son, precisamente, las que le sobran a Joan Pérez Corral, experto en contactología y ortoqueratología con una dilatada carrera como docente, investigador y responsable de pacientes. Y aunque a veces las jornadas puedan alargarse demasiado, él es capaz de moverse con soltura en los tres ámbitos y luego, sacar tiempo para sus bonsáis.
Joan Pérez Corral, experto en el arte de cuidar bonsáis
Hijo de padre sevillano y madre ciudadrealeña, Joan o Quique, es un catalán enamorado del norte de España
Desde que hace 17 años su hermano le trajo un Ficus retusa como regalo por el nacimiento de su hija, Alba, se abrió una ventana fascinante al mundo de las plantas que no ha querido cerrar. Hoy en día, un descendiente de aquel Ficus sigue creciendo en el jardín y ya son 14 los bonsáis que integran su colección, acaparando todo el protagonismo en la terraza. Pero también hay un buen número de tilancias y cactus por cuidar, así que él lo tiene claro: “si no fuese óptico sería ingeniero agrónomo”.
Lo más curioso de esta relación con la botánica es que su daltonismo le impide ver el color marrón y es Elena, su mujer, la que enciende las alarmas cuando hay que podar alguna rama. “Ella me picó con las plantas porque empezó a comprarlas cuando nos casamos, pero ahora es a mí al que más le apasionan. Para mí son una desconexión total, me puedo quedar absorto mirándolas”, reconoce.
La ortoqueratología en los nuevos tiempos
En su círculo más cercano no hay quien le diga Joan, todos lo conocen como ‘Quique’ porque se llama Juan Enrique. Sin embargo, se ha acostumbrado a oír su nombre en catalán en el entorno profesional y esta dualidad también puede ser un buen reflejo de las distintas facetas que componen su vida. Cuando está en familia le encanta pasear por el campo y hacer fotografías y cuando tiene tiempo libre entre pacientes y estudiantes, explora las posibilidades del diseño gráfico para crear presentaciones académicas más impactantes. Si no está trabajando o pensando, coge un libro de Stephen King para evadirse o juega con dos personajes que también ocupan un lugar importante en su vida: Roko, su bichón maltés y Sira, su gata estrábica.
Hijo de padre sevillano y madre ciudadrealeña, Joan o Quique, es un catalán enamorado del norte de España. Siempre que puede, hace una escapada en pareja por Galicia y Asturias para dedicarse a otra de sus grandes debilidades: el turismo gastronómico. Poco queda ya de su época de entrenador de perros o de su afición por los deportes extremos, pero no hay ningún atisbo de nostalgia. Todo lo contrario. Una mente tan curiosa y rápida como la suya pronto encuentra un nuevo foco de atención al que dedicar tanto tiempo y mimo como a sus bonsáis.
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