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Ángela Blanco y el reto de emprender antes de los 30

De casta le viene al Galgo. Ángela Blanco decidió seguir la carrera de sus padres, óptica y optometría, pero luego de graduarse en la UCM se lanzó al emprendimiento creando su propia empresa y siguiendo sus sueños

Ángela Blanco en uno de sus establecimientos de Madrid.

Por Jaime Cevallos - 16/09/2025

Este reportaje forma parte del Cuaderno de Emprendimiento editado por Modaengafas.com.

A los ojos de Ángela Blanco siempre le han gustado las historias. Historias de personas a las que podía ayudar, desde niña, con gestos pequeños y palabras cálidas que iluminaban el día de quienes la rodeaban. Hoy, con menos de 30 años, esa misma mirada inquieta ha transformado su vida y la de muchos más: es óptica-optometrista por la Universidad Complutense de Madrid y una de las franquiciadas más jóvenes de Alain Afflelou en España, con tres ópticas a sus espaldas y un futuro que promete aún más.

Su infancia, recuerda Ángela, fue la de una niña normal. Pero con un detalle que marcaría su camino: “Desde pequeñita me gustaba mucho hacer sentir bien a las personas de mi alrededor”. Quizá esa sensibilidad nació entre los cristales y monturas de la óptica familiar. Su padre es autónomo y regenta su propio establecimiento, y su madre comparte la misma vocación: óptica-optometrista también. Ángela recuerda con ternura aquellas tardes en las que hacía los deberes de la escuela en la óptica, rodeada del ir y venir de clientes, probadores y pupilas dilatadas por la curiosidad.

“Crecí en contacto con el sector”, explica, y ese contacto sembró en ella una pasión por la óptica que con el tiempo se convirtió en vocación. Su carácter inquieto la llevó a dar sus primeros pasos profesionales en la red de ópticas Alain Afflelou, justo después de terminar sus estudios universitarios. Allí comenzó a trabajar mientras compaginaba la experiencia laboral con un máster universitario. “Afflelou es una empresa que se preocupa mucho por el crecimiento profesional de sus trabajadores, y estar en ese entorno te impulsa a lograr los objetivos que te propongas”, rememora.

Pero la curiosidad de Ángela no se conformó con la comodidad de un empleo fijo. “No hubo un momento en el que decidiese dar el salto a emprender”, confiesa. “Fui creciendo y aprendiendo de todas las personas que me cruzaba en el camino”. Esa mezcla de ambición y curiosidad la llevó a formar parte del Proyecto Adelante, un programa diseñado para ayudar a empleados de la compañía a convertirse en franquiciados. “Era la oportunidad que buscaba para seguir desarrollándome”, asegura.

Su primera aventura emprendedora comenzó en Madrid, con la adquisición de una óptica de Afflelou en funcionamiento. El reto era grande: optimizar gastos, aumentar la facturación y liderar un equipo humano. Con constancia y capacidad de adaptación, Ángela logró superar cada obstáculo. “Los mayores retos son los relacionados con la gestión de personas. Para ello, debes tener suficiente inteligencia emocional para resolver conflictos sin perder el foco principal: garantizar el bienestar de la empresa y de quienes la conforman”, reflexiona.

Y no tardó en ir a por más: poco después, Ángela se hizo cargo de un segundo establecimiento, esta vez en un centro comercial. “Las diferencias de gestión entre un local a pie de calle y uno en un centro comercial son enormes”, explica. “Pero esas diferencias son las que te ayudan a crecer y seguir aprendiendo. Si no, sería demasiado aburrido”.

En 20245, Ángela dio un paso aún más audaz: abrir su propia óptica desde cero, en Getafe. La experiencia la marcó profundamente. “Ver cómo de un dibujo en un papel nace un proyecto es algo muy gratificante”, afirma. Durante la acción promocional de las 100 gafas gratis, su nueva óptica se llenó de vida y de gente agradecida. “Ver que estaba rodeada de tantas personas involucradas en mi proyecto y los propios clientes dándote la enhorabuena sin apenas conocerte… fue muy bonito, un momento que siempre recordaré”.

“Mis padres respecto a mi proyecto están muy contentos. No porque haya decidido seguir en el mismo sector que ellos, pues podría haber continuado con el negocio de mi padre, sino porque he tomado mi propio camino. Están contentos porque he sido constante y he apostado por mí misma”.

Ser joven y emprender no siempre es fácil. Para muchos, su edad podría haber sido una desventaja. Pero para Ángela, es justo lo contrario: “Lo considero una gran ventaja. Hay retos a los que te enfrentas por tener menos edad, pero lo importante es cómo transformas esos retos en oportunidades”.

En su día a día como franquiciada, el respaldo de Alain Afflelou es clave. “Te da mucha seguridad y tranquilidad. Tienes contacto con profesionales de todos los ámbitos: producto, financiero, jurídico, recursos humanos… todos dispuestos a ayudarte”, señala.

Su camino, dice, se define con tres palabras: compromiso, valentía y perseverancia. Valores que se reflejan en cada decisión que toma, en cada óptica que abre, en cada cliente al que ayuda a ver mejor el mundo. “La perseverancia te impulsa a seguir adelante a pesar de las dificultades, y para eso debes ser valiente y fiel a ti misma”, afirma con la convicción de quien ha aprendido a base de esfuerzo y determinación.

A los jóvenes ópticos que sueñan con emprender pero no se atreven a dar el paso, les lanza un mensaje claro: “Que tomen acción. Nadie debería quedarse con las ganas de hacer algo que le nazca del corazón”.

En cinco años, se imagina liderando una red aún más grande, haciendo sentir bien no solo a los clientes, sino también a cada miembro de su equipo. Con los pies en la tierra y la vista fija en el horizonte, Ángela Blanco sigue escribiendo su historia. La historia de una niña que creció entre gafas y cristales, y que hoy inspira a toda una generación de jóvenes emprendedores a mirar la vida con valentía.

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Jaime Cevallos
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