Si algo caracteriza las disfunciones binoculares no estrábicas es la capacidad de compensarse.
Óptica oftálmica estimulante (más madera sobre prismas)
A los prismas utilizados en las DBNE, se les añada el carácter “de ayuda” en el sentido de que reducen el recorrido de compensación de la heteroforia, “invitando” al sistema a fusionar las imágenes monoculares
Este esfuerzo de compensación depende de las reservas fusionales. Por esta razón, un mismo valor de heteroforia puede pasar desapercibido en una persona, mientras que en otra se hará evidente en todo su esplendor.
Incluso a lo largo del día y para una misma persona, en situaciones de cansancio, de debilidad o de enfermedad, las reservas de fusión pueden ser incapaces de afrontar las demandas visuales y manifestar el conflicto de manera evidente como diplopía o, de forma más sutil, como supresión monocular, rompiendo la foria en tropía.
De ahí que, a los prismas utilizados en las DBNE, se les añada el carácter “de ayuda” en el sentido de que reducen el recorrido de compensación de la heteroforia, “invitando” al sistema a fusionar las imágenes monoculares.
El hecho de “animar” a la fusión implica la capacidad del de realizar este esfuerzo de compensación, esto es, de disponer de reservas fusionales suficientes para completar el recorrido restante, sobre el plano XY, necesario para recuperar la binocularidad.
A partir de aquí podríamos cuestionar si son necesarios los prismas de ayuda frente a unas buenas reservas fusionales, quizá este es el “quid” de la cuestión.
Si pensamos en una persona, deportista y pletórica de salud, que se pasea feliz por la montaña con su enorme mochila, no sabremos hasta qué punto le pesa porque su excelente forma física le permite desenvolverse con agilidad.
Incluso si resulta que su mochila pesa 30 kilos, podremos pensar que no lleva más allá de 10, pero si nos la encontramos al final del día, llegando al refugio de montaña tras una travesía de varios kilómetros, su agilidad y energía ya no será la misma.
En este momento agradecerá que le ayudemos a transportar los fósiles recolectados en el camino de ida y que le añaden 15 kilos más a sus espaldas.
Luego unas buenas reservas de fusión, sobre todo cuando la DBNE presenta cierto valor, podrán mantener una eficiencia visual mínima, pero sin implicar comodidad para el sistema, ni evitar que, en condiciones extremas de fatiga o de alta exigencia visual, el sistema se descompense.
El objeto de los prismas de ayuda a la fusión, por tanto, será descargar el esfuerzo pero no evitarlo y aquí está la virtud, por eso se les considera como “terapia pasiva” y por eso funcionan siempre que partamos de un mínimo de reservas.
En casos en los que las reservas fusionales sean muy bajas, puede producirse un rechazo a la ayuda prismática, dado que el sistema preferirá optar por un patrón monocular más o menos alterno, en lugar de optar por un esfuerzo de fusión que aunque con los prismas se reduzca, sigue siendo excesivo, incluso a pesar de disponer de una “placa base” binocular que en algún momento funcionó.
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