La Fundación Cione Ruta de la Luz ha acercado su labor solidaria al Centro Penitenciario Pamplona I por segundo año consecutivo.
La Ruta de la Luz vuelve al Centro Penitenciario Pamplona I
En esta ocasión se revisó la visión de 90 personas, de las cuales, 60, van a necesitar unas gafas que en pocas ocasiones tendrán mayor utilidad, puesto que muchos de ellas van a servir a los presos para ayudarles a reciclarse en sus clases, y tener con ello una segunda oportunidad cuando salgan.
El pasado domingo, cuatro ópticos-optometristas y voluntarios de la Fundación Cione Ruta de la Luz, Loreto Mendiluce, Beatriz Fernández, Toñy Ariza, Elena Garbayo y Pedro Duc se desplazaron al Centro Penitenciario Pamplona I.
En esta ocasión, revisaron la vista de 91 reclusos –hombres y mujeres– en la sala de enfermería del centro. “Hay mucha necesidad en la cárcel. También hay diferentes niveles, con personas de más o menos poder adquisitivo”, explica Pedro Duc, uno de los ópticos voluntarios.
“Lo que encuentras allí son personas, en su mayoría, muy solas, algunas de las cuales no reciben visitas ni tienen a nadie que las espere fuera. Cualquiera, si da un mal paso o tiene mala suerte, puede acabar allí”, añade.
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Con tantas horas de celda y la vista concentrada entre cuatro paredes, la salud visual de los reclusos se resiente. No hay mucho que hacer durante el día, por lo que uno de los ayudantes de la acción, un preso de confianza, nos agradeció que hubiéramos ido, incluso un domingo, ya que eso le permitía salir de su celda y hablar con personas del exterior. Hijo único y con todas las oportunidades, se metió en una pelea que se complicó, y acabó en la cárcel.
Esta iniciativa visual surgió en 2023 gracias a Mary Ainzúa, profesora que trabaja en la cárcel formando a los presos y brindándoles nuevas oportunidades para cuando salgan del centro, y al propio Pedro Duc, socio y voluntario de la Fundación Cione Ruta de la Luz. Ambos compartieron algunas experiencias de la Fundación en proyectos nacionales e internacionales el año pasado. Ainzúa mencionó entonces que algunos de sus alumnos no podían seguir las clases porque no tenían gafas ni acceso a ellas.
“Compartí esta preocupación con Cristina López-Mora, gerente de la Fundación Cione Ruta de la Luz. Le pareció un proyecto precioso que cumplía perfectamente con el objetivo de acercar la salud visual a personas que la necesitan, y lo pusimos en marcha”, recuerda Pedro Duc, ahora que ha concluido la segunda edición.
Como en todas las acciones de la Ruta de la Luz, las 60 personas que necesitaban ayuda visual y fueron revisadas recibirán sus gafas nuevas, con las monturas que eligieron, en unos días. Unas gafas que, en muchos casos, serán de gran utilidad, ya que ayudarán a los presos a continuar con su formación y les ofrecerán una segunda oportunidad cuando salgan en libertad.
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