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20/03/2025

La cuantificación relativa

No debemos caer en el error de obsesionarnos en obtener medidas exactas en sistemas dinámicos, cuando lo que cuantificamos no es una estructura sino una función

optometría

FOTO: Unsplash

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La cuantificación va ligada al examen optométrico, tanto en las pruebas objetivas como en las subjetivas: la medida es su razón de ser.

Sin embargo medir no es suficiente.

Cuantificar no solo es obtener valores, ni siquiera -necesariamente- para buscar su máxima exactitud y estabilidad.

No debemos caer en el error de obsesionarnos en obtener medidas exactas en sistemas dinámicos, cuando lo que cuantificamos no es una estructura sino una función.

La función es variable por su propia naturaleza.

Podemos realizar diferentes biometrías del globo ocular y los valores no serán excesivamente dispares; sin embargo mediremos, por ejemplo, la amplitud de acomodación o las reservas fusionales y no necesariamente hallaremos valores estables.

Por esa razón, la cuantificación responde, sobre todo en las pruebas subjetivas, no tanto a la necesidad de buscar una medida concreta sino a evaluar si esta medida o medidas están o no dentro del rango de la normalidad.

Incluso aunque recurramos a cansar el sistema para relajar una heteroforia o hagamos más de un examen en momentos distintos, difícilmente obtendremos la repetibilidad exacta de los valores subjetivos.

Por esta razón, siendo la cuantificación en sí relativa, no lo es en relación a su posición dentro del segmento de la normalidad.

El valor obtenido es un referente útil y sirve como elemento de comparación, asumiendo que sin ser exacto ni necesariamente constante, nos sirve como control de presencia o ausencia de anomalía.

Observemos que la propia calificación de “ayuda” óptica remarca la idea de no sobrecompensar un sistema variable.

En el caso de los prismas, el concepto de ayuda para que el sistema complete el esfuerzo de compensación desde su posición de reposo, aún es más evidente.

Conocer, por ejemplo, en que valores fluctúa una hetetoforia con el objeto de decidir el valor necesario de ayuda prismática para estimular su compensación estable, es aún menos dependiente de una cuantificación exacta que de una cuantificación que nos permita deducir por donde se sitúan sus medidas más o menos fluctuantes.

En definitiva, cuantificar sin valorar es como mirar sin ver.

Etiquetas: Lluís Bielsa
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