Óptica Universitaria, nueva campaña de salud visual: advierte de los efectos de la primavera en los ojos

Alicia Escuer, directora técnica y de formación de Óptica Universitaria, ha explicado  que, en primavera, “la liberación de polen puede provocar picor, enrojecimiento de los ojos, lagrimeo e, incluso, inflamación de los párpados. Además, el aumento de las temperaturas y la reducción de las lluvias favorece la sensación de arenilla a causa de la sequedad ocular, que se incrementa con la exposición a los aires acondicionados.”

En este contexto, Escuer ha aconsejado a la gente que mantenga una higiene más exhaustiva en primavera que en el resto del año, que evite frotarse los ojos y que se hidrate con dos litros de agua diarios. Así mismo, ha enfatizado en que es importante intentar eludir las corrientes de aire y utilizar gafas de sol en el exterior.

Es imprescindible evitar la sequedad de los ojos, hidratando los ojos y utilizando lágrimas artificiales

Una exposición prolongada y constante a los rayos del sol hace que el cristalino del ojo – habitualmente transparente – se vaya volviendo opaco, bloqueando la entrada de luz y produciendo finalmente cataratas, una dolencia que sufre el 35% de la población a partir de los 50 años y que va en aumento hasta llegar al 71% entre los 70 y 80 años.

Una de las reacciones al polen es la conjuntivitis alérgica, que es una inflamación de la capa que recubre los párpados. “Los síntomas empeoran cuanto más polen hay en el aire, y el calor y la humedad de la primavera agravan las condiciones en las que dicho trastorno se manifiesta”, ha dicho Escuer.

Para evitar todos estos problemas, Escuer ha señalado que es imprescindible evitar la sequedad de los ojos, hidratando los ojos y utilizando lágrimas artificiales. Así mismo, considera fundamental utilizar protector solar en los párpados y usar unas gafas de sol homologadas y de calidad.

Otra de las recomendaciones que ha dado Escuer es la de tener una alimentación adecuada que incluya fruta, verdura y ácidos grasos para prevenir la oxidación del ojo, que también puede acabar desembocando en cataratas.