Cerrar los ojos y regresar al ayer. Hacer el recorrido despacio de la propia vida. Ver lo que se quería y lo que se ha conseguido. Subirse a ese tren que recorría aquellas tierras extremeñas para llegar a Madrid, la capital donde estaba el sueño de tantos y tantos jóvenes de provincias en aquel final del siglo XX.
La Gafetina, diez años y una larga historia
Madrid le dio su carrera, su vida, y Cáceres los primeros años de su trabajo. En esta bella ciudad estuvo en distintas clínicas y empresas
Atrás quedaba su pueblo: Rena, cercano a Villanueva de la Serena. En uno de esos vagones va Esther Morales. No podrá estudiar Medicina, pese a tener buena nota, la exigida es demasiado alta, pero probará con la licenciatura de Matemáticas. Nada que ver, lo sabe ella desde el primer momento; lo descubrió uno de sus profesores poco después, por eso, acabó recomendándole que hiciera Óptica.
Y ahí se abrió un mundo nuevo para Esther Morales. ¿Óptica? “Estudié esta carrera por casualidad, no sabía que existía, porque para mí, que al igual que mis hermanos tenía gafas desde pequeña, la óptica era el lugar donde te las vendían”. Casualidad o destino, el caso es que emprendió un camino que nunca pensó tomar por desconocimiento más que por otra cosa, y descubrió su verdadera vocación, “una vocación fascinante”. La Óptica supo conquistarla porque le enseñó las distintas vertientes que posee, desde la parte más clínica a la más creativa. Abrió más que nunca sus ojos y lo aprovechó.
Y vuelve, regresa de ese ayer a este hoy, donde aún los trenes parecen seguir en ese pasado, para afirmar que si ahora volviera a ser esa joven que tenía que decidir su futuro tendría claro cuál sería su elección.
Madrid le dio su carrera, su vida, y Cáceres los primeros años de su trabajo. En esta bella ciudad estuvo en distintas clínicas y empresas, primero aprendió y luego fue encargada optometrista y de negocios. Hasta que llegó la oportunidad de arriesgar y lo hizo. Ya, con su experiencia clínica y también empresarial, sintió que era el momento. Y un día, embarazada de su segundo hijo, tomó otra de las grandes decisiones de su vida: acercarse a su familia en Villanueva de la Serena, y emprender una nueva aventura como dueña de su propia óptica. Mezclar ese amor como optometrista con la pasión por la moda, el diseño, era el aliciente perfecto. Respiró y se lanzó para seguir avanzando en esa “vocación tardía” que le apasionaba.
La Gafetina moderniza su segmento de terapia visual con la IA y la tecnología 3D
Dicho y hecho. Esther aterrizaba en Villanueva de la Serena con un importante proyecto: La Gafetina. Nombre que llegó tras descartar La Gafería, otro gran recuerdo de su estancia en Madrid, pues así se llamaba la ONG con la que colaboró en sus años de juventud. Letra arriba, letra abajo, al final surgió el que tuvo que surgir, y así quedó definida su marca, su identidad, su personalidad.
No es la única óptica que podemos encontrar en Villanueva de la Serena, pero sí la que puede presumir de ser un Centro Varilux Ambassador. Es decir, están especializados en la adaptación de lentes progresivas muy específicas, diseñadas con una tecnología WAVE, y adaptadas a cada cliente, pues son muy concretos los parámetros que en cada caso aplican y miden, así como el uso de ciertos instrumentos. No todo vale para todos.
La necesidad de una formación y una preparación muy específica le otorga ese título, así como el privilegio de ser la única que puede distribuir en la zona los productos Varilux.
Agudeza visual, refracción ocular, topografía corneal o cualquier problema de visión, pueden encontrar tratamiento o solución en este Centro que justo en estos días acaba de completar su plantilla. Y son 8, cuenta con alegría Esther Morales: 4 optometristas y 4 auxiliares.
Detrás de La Gafetina hay ya una década de historia, diez largos años que celebran en este 2024, años en los que la directora del Centro de Optometría Avanzada no ha dejado de plantearse retos y cumplirlos. Ayudar a que la gente vea mejor, cuidando su vista y aplicado las últimas tecnologías, es, sin duda, el principal, pero también ha apostado por dejar huella, por poner su sello, de ahí que otra de sus conquistas, tras viajar por las más importantes ferias como la de Milán, París y Múnich, haya sido crear su propia marca de gafas: la colección Galfertina, junto al director creativo José Fernández.
Por la ventana del tren imaginamos su presente. Horas y horas sin parar de trabajar, pero satisfecha del camino que emprendió y que sigue recorriendo. Nos despedimos, aunque antes, con orgullo, nos cuenta, en esa fusión sanitaria y creativa, lo que siente cuando alguien percibe su marca y dice: “Mira, esa gafa es de La Gafetina”.
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