Del trabajo en primera línea al impulso de la salud visual en España

La profesión de óptico-optometrista vive un momento decisivo. Lo que durante décadas fue percibido como un ámbito técnico vinculado a la corrección de la vista se revela hoy como un pilar esencial de la salud pública. La creciente complejidad demográfica —con una población cada vez más envejecida y un número constante de niños que requieren revisiones periódicas— ha situado a estos profesionales en un espacio clave: el de la primera línea asistencial.

En pequeñas y grandes ciudades, los ópticos-optometristas atienden cada día a miles de personas mayores que dependen de una buena salud visual para mantener su autonomía, así como a niños que necesitan un seguimiento temprano para evitar problemas que condicionen su aprendizaje y desarrollo. Esta labor, silenciosa pero constante, sostiene una parte fundamental del bienestar social.

Pero hoy la profesión aspira a algo más que a desempeñar con excelencia su función cotidiana. A través del Consejo de Colegios de Ópticos-Optometristas (Cgcoo), han llevado al Congreso una propuesta de Ley General de Salud Visual. Se trata de un documento ambicioso que, de convertirse en norma, podría transformar la atención sanitaria de millones de personas. La iniciativa nace de una realidad incontestable: la salud visual, pese a ser decisiva para la calidad de vida y para el progreso económico y educativo, continúa ocupando un lugar ambiguo dentro del sistema público. Esta indefinición genera ineficiencias, retrasos y desigualdades en el acceso a la atención necesaria.

La aprobación de esta ley supondría un paso histórico. Los ópticos-optometristas pasarían a integrarse plenamente en el Sistema Nacional de Salud, lo que permitiría aprovechar su capacitación para aliviar la saturación de los servicios de oftalmología y, en consecuencia, reducir las listas de espera que afectan a miles de pacientes. Esta integración no solo reforzaría la capacidad del sistema, sino que contribuiría a una detección más temprana de patologías y a un cuidado más continuado y accesible.

España tiene ante sí la oportunidad de elevar la salud visual al lugar que merece: un componente esencial de la salud integral. Reconocer el papel de los ópticos-optometristas no es una reivindicación corporativa, sino una decisión estratégica para mejorar la atención sanitaria y garantizar que la población —tanto la que envejece como la que comienza a formarse— pueda mirar al futuro con claridad.