Lluís Bielsa abunda más sobre la profesión del óptico-optometrista, poniendo el foco en los exámenes optométricos.
Apuntes sobre el examen optométrico
1. En la evaluación binocular no es tan importante buscar valores exactos como definir rangos de normalidad. La compensación de las disfunciones visuales no estrábicas va ligada, por definición, a la presencia de reservas fusionales mínimas por lo que el objeto de las ayudas prismáticas, vayan o no asociadas a programas de terapia visual, no está orientado a su neutralización total, sino a la reducción del recorrido de la heteroforia para animar a la binocularidad.
2. La retinoscopía, con miopización física previa, permite observar “en vivo y en directo” la estabilidad refractiva. El autorrefractómetro es útil como referente respecto a la retinoscopía, pero no deja de ser una “foto fija” del sistema, no siempre correspondiente con el estado visual habitual.
3. Recordemos que a 4 metros (distancia habitual en muchos gabinetes), el esfuerzo acomodativo es de 0.25 D, valor a tener en cuenta para evitar que el hipermétrope se queje de molestias en espacios abiertos o el miope de que le cuesta leer el cartel de la autopìsta.
4. No hay hipermetropías ni exoforias tensionales, sí existen miopías y endoforias falsas. Frente a la presión visual intensa y extensa de cerca, un sistema emétrope (o levemente hipermétrope) y ortofórico (o levemente exofórico) puede comportarse como endofórico y miope aunque sea de manera eventual. Si evaluamos desde más positivo o menos negativo, en el examen monocular, hemos de evaluar desde prismas más nasales o menos temporales en el binocular.
5. Los efectos cruzados entre los cambios refractivos y sus efectos binoculares, a todas las distancias, nos ayudarán a afinar la graduación final. Por ejemplo, ajustar la adición a la baja, en unos lentes progresivos, para una persona emétrope con una leve exoforia de cerca o incrementarla si tiende a la endoforia.
6. El ajuste a la baja, de la compensación del astigmatismo en condiciones binoculares sin penalizar la agudeza visual, es una manera de conseguir una visión más natural con las gafas.
7. Algunas pruebas hemos de ponerlas en contexto, por ejemplo, la evaluación del punto próximo de convergencia nos muestra si el sistema dispone de la capacidad para mantenerlo pero no nos informa sobre el esfuerzo que ha de realizar para conseguirlo. En el mismo sentido, un test de visión estereoscópica puede dar el mismo valor con y sin ayuda óptica, pero frente a la percepción de imágenes estereoscópicas más similares al mundo real, muestran una mejoría significativa con las gafas de prueba.
8. Contemplar las alturas de centrado, sobre todo en graduaciones anisometrópicas, asegura una visión más cómoda y eficiente. No olvidemos los efectos prismáticos verticales, inducidos por las lentes, al mirar fuera de los centros ópticos.
9. El ajuste final de las gafas sobre el rostro es la guinda del pastel. Muchos conflictos, en la adaptación de los lentes progresivos al mirar de cerca, por ejemplo, van ligados a un ángulo pantoscópico insuficiente.
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