El grado de dificultad en la adaptación a las nuevas gafas depende de muchos factores, incluso siendo la misma graduación, el mismo centrado y el mismo diseño de lentes, cambios en la distancia de vértice, ángulos de inclinación y envolvencia o en las dimensiones o grosor de los aros.
Adaptación y tolerancia
Los lentes progresivos, frente a los monofocales, requieren un periodo de adaptación más largo
Por orden de potencial conflictividad, encontraríamos cambios importantes en la refracción o en el patrón visual, dando más protagonismo al ojo no director, por ejemplo, ya sea con gafas o con lentes de contacto. Nuevos astigmatismos, cambios en su valor o en el eje, sobre todo si son oblicuos y de orientación muy dispar entre ambos ojos, anisometropías (en especial las antimetropías) y los prismas de ayuda a la fusión que cambian la forma de ver, combinados o no con las condiciones anteriores.
Los lentes progresivos, frente a los monofocales, requieren un periodo de adaptación más largo, sobre todo si además confluyen las condiciones anteriores.
En estos casos es importante el grado de tolerancia a las limitaciones. Conviene explicar la diferencia entre adaptación y tolerancia.
La primera consiste en llegar a encontrase cómodo y disponer de una visión eficiente a todas las distancias.
La segunda es asumir la otra cara del proceso de adaptación: tolerar las limitaciones inevitables en las ayudas ópticas, como las limitaciones en el campo visual de cerca y la necesidad de acostumbrarnos a buscar el punto óptimo de visión para cada distancia en los lentes progresivos o el tributo a pagar, en la calidad visual, con las lentes de contacto multifocales.
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