Miopía, más allá de la disfunción

Si la miopía común la entendemos como una respuesta adaptativa a las distancias cortas, definida por factores no solo genéticos, sino también epigenéticos, antropométricos, ambientales, ergonómicos y posturales, será más fácil crear estrategias de prevención y manejo

Por Lluís Bielsa - 17/03/2025
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Este artículo forma parte del Cuaderno de Salud Visual 2025 editado por Modaengafas.com

1 CUANDO LA MIOPÍA SE ENTENDÍA COMO INEVITABLE

No hace tantos años la miopía se entendía sólo como una disfunción más o menos genética, con lo que la influencia de los factores ergonómicos y ambientales se consideraba prácticamente nula. Este modelo simplista llevaba a pensar que no se podía hacer nada para luchar contra ella, asumiéndola como una complicación visual inevitable.

A la evidencia clínica, respecto a contemplar el efecto del medio ambiente, se añade la evidencia científica que constata la influencia de la falta de luz natural como factor de riesgo, añadiendo el efecto de la presión visual próxima en posteriores estudios. En realidad ambos aspectos están relacionados porque el mundo visual de cerca no suele darse en el exterior, sino con luz artificial y en espacios cerrados.

La ausencia de luz natural se plantea al principio como único factor de riesgo, sin tener en cuenta que esta falta ya estaba presente en la infancia y juventud de los años ochenta con los primeros ordenadores de sobremesa, por lo que el gran salto en la evolución miópica también obedece a un nuevo añadido: la visión intensa y extensa sobre las pequeñas pantallas.

Si la miopía común la entendemos como una respuesta adaptativa a las distancias cortas, definida por factores no sólo genéticos, sino también epigenéticos, antropomórficos, ambientales, ergonómicos y posturales, por ejemplo, será más fácil crear estrategias de prevención y manejo.

Una miopía común no afecta al aprendizaje, salvo presencia de otras condiciones añadidas, el miope es un gran lector y un buen estudiante (si quiere). Lo que realmente afecta al aprendizaje no es la miopía común, sino aquellas disfunciones visuales de cerca que pasan desapercibidas porque no muestran afectación visual de lejos. Esta valoración no implica perder de vista (nunca mejor dicho) que el problema grave no está en la miopía baja, al fin y al cabo es una adaptación con los tributos que la naturaleza suele exigir a los cambios, sino en el hecho de que adquiera valores altos y pase a patológica con los riesgos que implica para la salud ocular.

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Un ejercicio interesante es observar la historia: todos los inventos surgen de la necesidad. Los primeros lentes convergentes aparecen en los monasterios, sobre la nariz de los monjes présbitas, no miopes, que necesitan leer manuscritos.

No es hasta la popularización de la lectura con la invención de la imprenta, cuando la miopía se extiende fuera de los recintos monásticos. De la necesidad de ver bien de lejos, por parte de los lectores visualmente adaptados al entorno próximo, se inventan los lentes divergentes.

La línea del tiempo muestra, gracias a la aparición del invento concreto como respuesta a una necesidad concreta, desde los manuscritos medievales y luego los primeros libros impresos que popularizan la lectura, pasando por los primeros ordenadores de sobremesa, portátiles, tabletas y sobre todo los primeros teléfono inteligentes, son determinantes en el incremento de la miopía.

La aparición de los adictivos rectángulos retroiluminados portátiles y ligeros, pequeñas cajas planas multifuncionales objeto de deseo, en manos de todos y de todas, sin ningún tipo de distinción, con una enorme y a veces poco controlable capacidad de adherirse a nuestras miradas.

2 MODELO CONCEPTUAL Y ESTRATEGIAS

Frente a la inmensa atomización científica actual, en esta y otras líneas, puede darse el riesgo de que las hojas no dejen ver el bosque. La presencia de un modelo conceptual general de la miopía no tiene por qué sesgar los estudios científicos, sino que sirve como tablero para colocar las piezas. Si en algún momento no encajan o sospechamos que son de otro tablero, nada impide crear nuevos juegos. Lo que sí sabemos es que la ausencia de “tablero” o de marco conceptual hace mucho más difícil encajar las piezas.

Por ejemplo, respecto a la cuestión sobre sí conviene o no conviene ajustar a la baja el valor de compensación de la miopía, es necesario aclarar conceptos.Una cosa es hipocompensarla y otra adecuarla a las demandas. Hipocompensar es reducir la graduación en monofocales para todo uso. Esta penalización de la visión de lejos, sobre todo en niños, sí podría ser contraproducente y así se confirma en estudios científicos, sobre todo si van a escuelas en donde se use de manera predominante la visión de lejos en el aula (pizarra convencional o electrónica…).

Adecuar la graduación es reducirla hasta adaptarla a la distancia habitual de actividad, ya sea en monofocales, multifocales ocupacionales o multifocales para todo uso.

Esta opción no es penalizar sino justo lo contrario, ya que un miope de cerca es menos miope o incluso puede no serlo, a efectos ópticos, si su remoto coincide con la distancia de lectura. Recordemos que las lentes de reenfoque periférico buscan también evitar este retraso de la imagen, por detrás de la retina, para evitar el efecto de la imagen hipermetrópica, que hoy sabemos es un factor desencadenante (no el único) del proceso de elongación axial.

No hay ninguna razón, salvo la inercia polvorienta del pasado, que justifique, por ejemplo, que un informático de cerca, miope de una dioptría y endofórico de cerca, por ejemplo, tenga que usar sus gafas monofocales para su trabajo intenso y extenso con pantallas.

Cierto que el actual aluvión de conocimientos exige la especialización, pero el riesgo de profundizar en pequeñas parcelas sin conectarlas entre sí, puede implicar la pérdida de la visión de conjunto. En la Naturaleza nada sucede porque si, la lucha contra el desorden es la ley universal que rige la supervivencia y el sistema visual no se escapa. Frente a un mundo que cada vez es más próximo, nuestra visión responde adaptándose como puede.

Si en general existe consenso en entender la miopía como una respuesta, más o menos afortunada, al estímulo intenso y extenso del entorno visual próximo, con el permiso de la genética, epigenética, antropometría y la escasa actividad bajo luz natural, podemos afirmar que el hiper estímulo visual de cerca (pantallas) es un problema.

Por tanto, deberíamos contemplar la evaluación visual próxima antes de que aparezcan signos de visión borrosa de lejos. Existe evidencia científica, aunque no tanta como en el tema de la miopía, sobre la presencia de una baja amplitud acomodativa y/o de un cierto grado de endoforia de lejos y/o de cerca, antes de la manifestación miópica.

Desde que conocemos el efecto de la imagen hipermetrópica, como estímulo del crecimiento axial del globo ocular en estudios de finales del siglo pasado, sabemos que una intervención previa, antes o en los primeros signos de manifestación de miopía, con lentes de reenfoque periférico o adiciones positivas, por ejemplo, puede ofrecer resultados satisfactorios. También sabemos que los lentes divergentes de cerca estimulan la endoforia y reducen el tamaño de los objetos percibidos, favoreciendo una distancia de lectura más corta, creando el cóctel perfecto para la manifestación y evolución miópica.

Siendo así, ¿por qué no incorporamos de una vez por todas el examen sistemático y universal de la visión de cerca? ¿Es necesario esperar a que aparezcan los primeros signos de miopía para preocuparnos? ¿Cuanto niños y niñas emétropes, presentan disfunciones acomodativas o binoculares de cerca que pasan desapercibidas?

La gran contradicción es que viviendo como vivimos en un mundo en que la visión a distancias próximas es claramente dominante, seguimos (en general) sin tenerla en cuenta hasta la presbicia, como si la mayoría de niños y niñas pasasen las horas mirando el cielo, el mar o las montañas.

Para luchar de manera eficaz contra el enemigo hemos de conocer sus razones.

Etiquetas: Lluís Bielsa Miopía
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