El 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, incluidas las personas con discapacidad visual, no toca hablar solo de diagnósticos: tenemos que hablar de derechos, autonomía e independencia.
La discapacidad visual no es únicamente la agudeza visual o el campo visual en un informe.
Es impacto en la lectura, en la conducción, en el trabajo, en las relaciones sociales, en el estado de ánimo y en la calidad de vida de las personas.
Y, sobre todo, es una persona que debe dejar de ser “paciente pasivo” para convertirse en el protagonista de cada decisión que afecte a su calidad de vida y a sus actividades de la vida diaria.
La discapacidad también se mira con los ojos… de quien la vive
La discapacidad visual no es únicamente la agudeza visual o el campo visual en un informe
FOTO: CDC (Unsplash)
Eso implica:
.- Escuchar de verdad, no solo explorar.
.- Explicar opciones, riesgos y beneficios con un lenguaje claro.
.- Desde el lado de la optometría, integrar a la persona en la elección de ayudas ópticas, tecnológicas y estrategias de rehabilitación mediante IA y RA.
Y tomar la decisión de ser profesionales que acompañan, para que existan pacientes que decidan informados.
En discapacidad visual, empoderar es “capacidad”.
Pasar del “no hay nada más que hacer” al “vamos a ver qué sí se puede hacer”.
Diseñar circuitos donde la optometría, la oftalmología, la rehabilitación y el trabajo social coloquen a la persona en el centro, no alrededor de una entelequia.
Hablar de accesibilidad universal (señalética, iluminación, interfaces, documentos) como un derecho, no como algo extra…
Apostar por la tecnología (ayudas electrónicas, IA asistiva, realidad aumentada) sin olvidar la parte humana: formación, acompañamiento, seguimiento.
Nada sobre discapacidad sin las personas con discapacidad en el centro.
Nada sobre baja visión sin la voz de quienes conviven cada día con ella.
Hoy es un buen día para recordar que:
La discapacidad visual no “anula” el talento.
La accesibilidad no es un coste, es una inversión en equidad.
El rol de los profesionales de la visión debe ser clínico, técnico… y también social y ético.
Sigamos construyendo sistemas sanitarios, educativos y laborales donde las personas con discapacidad visual no solo “encajen”, sino que lideren, opinen y decidan, como el resto de la humanidad.
Porque ver menos no implica menor valor.
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