Este artículo forma parte del Cuaderno de Emprendimiento editado por Modaengafas.com.
Maricarmen Alcocer: emprender para sostener un legado
Maricarmen Alcocer ha seguido las huellas de su padre, que dio vida a su establecimiento hace 50 años y que se ha convertido en un símbolo en Quart de Poblet (Valencia)

Maricarmen Alcocer pronuncia un discurso durante la celebración de los 50 años de su establecimiento.
En Quart de Poblet, hay un pequeño rincón donde el tiempo parece haberse detenido y, a la vez, reinventado. Tras un escaparate pulcro y luminoso, la óptica Alcocer no solo ofrece lentes: guarda medio siglo de historias, de miradas que aprendieron a ver con claridad gracias a las manos expertas de un padre pionero y, hoy, a la sensibilidad emprendedora de una hija que ha convertido ese legado en un motor para avanzar.
Maricarmen Alcocer, óptica-optometrista y empresaria, no se define solo por lo que hace, sino por cómo lo hace. Lleva tres décadas al frente del negocio familiar con un espíritu inquebrantable, como quien sostiene entre las manos un hilo que une pasado y futuro. Ese hilo, que empezó a tejer su padre, Juan Alcocer, en 1975, es hoy más fuerte que nunca gracias a su determinación.
Cuando Juan Alcocer abrió las puertas de su establecimiento hace 50 años, no sabía que estaba sembrando algo más grande que un negocio: estaba creando un símbolo para todo Quart de Poblet. Fue un hombre adelantado a su tiempo, uno de los primeros en adaptar lentes de contacto en España, y el primero en introducir la informática para gestionar su óptica, cuando el resto aún confiaba en libretas y lápices.
“Mi padre ha sido todo un pionero. Ahora que está jubilado, la gente me sigue preguntando por él”, cuenta Maricarmen con una sonrisa cálida. En sus palabras resuena la admiración de una hija que creció viendo a su padre encender cada día la luz del local, aunque ella, por entonces, no sospechara que acabaría haciendo lo mismo.
El despertar de la pasión
Al principio, Maricarmen soñaba con un camino diferente para su futuro, pero la óptica era como un imán invisible. A los 16 años, mientras ayudaba a archivar fichas de clientes, se fue enamorando poco a poco de aquel universo de lentes, monturas y, sobre todo, de personas. Comprendió que lo esencial no eran los objetos, sino la capacidad de mejorar vidas.
Cuando finalmente decidió quedarse, fue un salto al vacío. “Quizás la decisión más difícil fue seguir adelante con el negocio en un entorno en el que la administración no lo pone fácil a los pequeños empresarios”, afirma. Pero el espíritu emprendedor no se alimenta de comodidad: necesita retos para sobrevivir. Y Maricarmen no sabe vivir de otra manera.
Un equilibrio delicado
A lo largo de estas tres décadas, su lucha ha sido doble: mantener la esencia de una óptica independiente —de las que cada vez quedan menos en España— y, al mismo tiempo, innovar para no quedarse atrás. “He heredado de mi padre el trato con la gente y la obsesión por hacer las cosas lo mejor posible. Esas dos cosas me han ayudado a seguir, a conocer a un público que va cambiando”, explica.
Hace 25 años, sumaron la audiología al negocio, gracias a su marido, Ricardo Esteve, uno de los pocos máster en audioprótesis de España. Así, el espacio que Juan fundó con fe y sacrificio se ha ido transformando en un centro integral de salud sensorial, donde la visión y la audición se cuidan con la misma delicadeza que una joya heredada. De hecho, el establecimiento acaba de pasar por su cuarta reforma
Liderar con alma
Cuando habla de liderazgo, Maricarmen no menciona organigramas ni estadísticas: habla de pasión. “El legado familiar es la mochila que llevo cada día. Liderar equipos tiene que ver con hacer que el equipo viva la actividad con la misma ilusión que yo”.
Si pudiera dar un consejo a aquella joven que empezó a colaborar en la óptica, sería claro y contundente: “Busca al mejor equipo desde el primer día. El emprendedor necesita manos para plasmar sus ideas.”
Raíces en la comunidad
La óptica Alcocer es algo más que un comercio en Quart de Poblet. Es un lugar donde las generaciones se cruzan: abuelos, padres y nietos que vuelven una y otra vez, porque saben que allí serán escuchados. Maricarmen y su equipo han patrocinado el club de baloncesto local, colaboran con colegios realizando revisiones visuales y apoyan causas solidarias como el centro Vicente Ferrer.
“Queremos generar un movimiento en nuestro entorno que fije su atención en el cuidado de la persona, de su visión y audición, a través del entrenamiento, la alimentación y los cuidados preventivos”, explica. Su objetivo es ambicioso y profundamente humano: seguir siendo un centro de referencia no solo en la comarca, sino en toda Valencia, para que ningún problema de audición o visión aísle a las personas de su mundo.
La pasión como motor
Para Maricarmen, el secreto está en la pasión. “Tengo un hijo de 11 años. Él decidirá qué quiere hacer, pero este nivel de entrega no lo tiene cualquiera. Si no te apasiona, no lo vas a poder hacer. La pasión es el motor… y eso se tiene o no.”
Esa pasión la ha mantenido firme frente a las dificultades, la ha llevado a tomar decisiones valientes y a pensar siempre en cómo evolucionar sin perder la esencia. Porque Alcocer Óptico no es solo una empresa: es un proyecto vital, un hilo invisible que une a un padre, a una hija y a toda una comunidad.
Y mientras en la puerta sigue entrando gente buscando claridad para sus ojos, Maricarmen Alcocer continúa al frente, con la mirada inquieta de quien nunca se conforma, dispuesta a cuidar cada detalle como quien pule un cristal precioso. Así, entre el recuerdo del pasado y el pulso del futuro, su legado sigue creciendo y su espíritu de emprendedora se mantiene inquebrantable.

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