Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
Días de libro y rosas
«Marianela», ese libro en el que la visión forma parte del meollo de la trama. La historia usa la operación de Pablo como hilo conductor. Pablo y Nela

Rita Piedrafita.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden.
Una lee a Borges y no puede evitar pensar en bonita relación creada entre lectura y visión. ¿Hay algo más importante para un lector que la vista?
Soy lectora y tengo mis dudas. Borges era lector y no dudaba. (De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz).
Pienso, mientras observo una de mis estanterías repletas, en la importancia que los autores han dado a la visión y me cuesta elegir con qué libro rellenar estas palabras que celebran San Jorge.
Me viene a la mente una obra de Noah Gordon, El Médico, novela de mil historias en una. A través de su protagonista, Rob J. Cole, nos adentra en la vida de un niño que soñó con ser médico. Y lo fue. Leer para aprender. Una narración que te sumerge en la religión judía del medievo profundizando en la Historia, que roza el ensayo sobre medicina por momentos. Como profesional no puedes evitar sonreír al leer la importancia que Gordon da a la operación de cataratas en el siglo XI. Seguro que os pasa.
De Saramago a Nabokov: los literatos que escribieron sobre la ceguera
«El cirujano agregó que la mayoría de las cataratas empezaban como un puntito en el cristalino, que apenas interfería la visión, pero que gradualmente se extendía hasta que todo el cristalino se volvía blanco lechoso y producía la ceguera».
Cómo para no sonreír.
Y ¡ZAS! Te viene a la cabeza una de las obras más bonitas del castellano. ¡Ah, los clásicos! Siempre ahí para echarnos una mano. Porque, ¿qué optometrista no ha leído Marianela de Benito Pérez Galdós y se ha sentido importante?
Marianela, ese libro en el que la visión forma parte del meollo de la trama. La historia usa la operación de Pablo como hilo conductor. Pablo y Nela. Pablo ciego y su relación con Marianela, la niña que lo guía en su obscuridad. Y Pablo que es operado y ahora ya ve. Y punto de giro. Pablo ahora tiene su luz propia. Y, ¿qué será de la Nela? Y una lágrima lectora.
Hay mucho más. Los libros son reflejo de la importancia de la visión en la vida de un autor. Le pregunté Sara Mesa el porqué de los microescenarios en su obra. Las novelas de Sara Mesa transcurren en espacios pequeños. Pequeñísimos. Si leéis Cicatriz entenderéis de qué hablo. No dudó. Su miopía magna había hecho que viviera en un mundo de un par de metros. Así veía el mundo y así nos lo contaba.
Cito ahora a uno de los grandes autores que España ha dado, Francisco Umbral.
«Ojos castaños, un poco achinados, antaño, ojos cansados, hoy reducidos detrás de las gafas, ojo izquierdo con menos luz, que matiza y precisa mejor lo pequeño, el hormiguero de las letras, en un libro, ojo derecho, más activo, agresivo, más cansado y congestionado, por el que ha ido pasando, doliente, toda la cultura del mundo y se ha quedado en él, embotada, escociéndome, como otras veces he dicho. Hilvano el mundo con los ojos».
Estas palabras están sacadas de un texto que considero imprescindible, Mortal y rosa, un diario personal en el que Umbral intenta explicarse y comprender la temprana muerte de su hijo. Un lamento literario ineludible. Íntimo, duro pero esperanzador, un canto a la vida desde la muerte. En sus páginas, la miopía del autor es un personaje secundario. Sus ojos forman parte del imaginario. Leemos a Umbral recordando la mirada triste tras sus gafas.
Qué importante la optometría también hoy, San Jorge. No puedo evitar despedirme recordando al hombre que imaginó una ceguera “al revés”. José Saramago en Ensayo sobre la ceguera, sentenció: «La ceguera no es lo que te impide ver, es lo que te impide comprender»

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