David Domínguez: “Si no te tomas en serio la parte de negocio de tu óptica, estás condenado a sufrir penurias eternamente”

David Domínguez trabajó muchos años dentro de la óptica, sector que dejó para dedicarse de lleno al emprendimiento. En esta entrevista habla de la óptica, de los ópticos, de la IA y de lo que está por venir

David Domínguez habla sobre la óptica

David Domínguez.

Por Jaime Cevallos - 18/10/2024
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Pregunta: Hace tres años que dejaste el sector de la óptica para emprender. ¿Qué ha sido lo más difícil que has tenido que pasar en este período, además de la pandemia de la covid?

Respuesta: Como emprendí a finales de 2021, la pandemia de la covid la sufrí, como emprendedor, más bien poco; en España al menos. Digo “en España” porque, iluso de mí, una de las primeras “geniales ideas” que tuve al emprender fue marcharme a recorrer el Sudeste Asiático con mi señora, mi mochila, mi portátil, y mi idea de negocio, sin tener demasiada idea de lo que se cocía por allá.

El resumen es que lo que se cocía era justamente lo que te imaginas: un país (Tailandia) saliendo de la pandemia, con poco turismo (bueno para mí), pocas oportunidades de negocio (malo para mí), y una situación social general complicadilla, que me hizo volver a casa unos meses después de haber llegado.
Detener mi humilde, pero ambicioso (jajaja), plan globalista, fue un pequeño revés que me frustró; pero para nada diría que fue lo más difícil que he tenido que pasar desde que emprendiera.

Lo más duro fue, sin duda, que alrededor de un año después de haberme lanzado a “buscarme la vida por mi cuenta” tuviera que reconocer la realidad de lo que estaba ocurriendo: no tenía ni idea de cómo sacar mi negocio adelante, y ya no tenía ni un solo euro en la cuenta del banco.

Ahora me lo tomo de otra manera, pero en aquel momento lo pasé realmente mal. Tuve que volver a casa de mi madre, con 35 años, y dejar de vivir con mi pareja, después de haber vivido durante cerca de 17 años por mi cuenta (con 18 me alisté en Infantería de Marina y me independicé), con exactamente cero euros en la cartera, y sin la más remota idea de cómo remontar porque mis ideas de negocio no terminaban de dar frutos….

Durmiendo “de prestado” en la habitación de mi hermano, que estaba en Australia, me encontré por primera vez con la pregunta que todo emprendedor termina haciéndose en algún momento de su aventura: ¿De verdad que esto merece la pena?

Pero basta de dramas. Como te imaginarás, porque si no posiblemente no estaría aquí hablando contigo sobre esto, al final mi respuesta a la bifurcación fue “Sí, merece la pena”. Y aquí sigo. Haciendo crecer un negocio que ahora sí funciona, independiente de nuevo, y con una bancarrota a mis espaldas que me ha enseñado más sobre mí mismo como emprendedor que lo que podría haber aprendido en cualquier máster.

P. ¿Cuál es el principal problema que tienen los emprendedores?

R. Nuestro problema es que tenemos demasiados problemas, y que la mayoría de ellos ni siquiera sabemos que existen… ¡Pero están!

Por hilar un poco, voy a comentar los que creo que son los principales retos de los emprendedores que empiezan; por si de alguna manera podemos echar una mano a los que se encuentran en la etapa de “tomar la decisión”.

Por un lado, se encontrará con dificultades técnicas, por llamarlas de alguna manera. Un ejemplo es la falta de previsión, o de planificación, que puede producir resultados desastrosos en la vida de quien emprende (como en el caso te conté antes) y que, sin duda, tienen que aprenderse a manejar.

Pero estos retos técnicos, o de habilidades profesionales que aún no tienes, son como “asignaturas” del programa al que has decidido inscribirte: te las encuentras, las aprendes y ya, más o menos, las tienes y les puedes sacar partido. En este grupo también está, por ejemplo, el saber ponerle un precio a tu servicio, gestionar el flujo de caja, no fundirte el margen comprando chorradas que no tienen valor para el negocio, liderar a otras personas a las que estás pagando tú (que no tiene nada que ver con liderarlo como asalariado, por cierto).

«En este grupo también está, por ejemplo, el saber ponerle un precio a tu servicio, gestionar el flujo de caja»

Aprender estas cosas requiere tiempo y paciencia, pero creo que no es en la falta de conocimiento, o de habilidades técnicas, donde está el principal problema del emprendedor que arranca. Creo que el reto más difícil al que se enfrenta quien empieza, y quien continúa, es este: gestionar su propia cabeza, y sus emociones.

Hoy por hoy pienso, y creo que no me equivoco, que la falta de dinero nunca es la razón principal por la que un emprendedor decide dejar de serlo, sino su incapacidad de manejar emocionalmente una situación concreta. Diciéndolo más claro: no dejas de emprender y te vuelves a emplear porque no tienes dinero, lo haces porque no soportas sentirte como te sientes cuando no lo tienes.

Y, ojo, que para nada estoy romantizando el emprendimiento, ni pienso que “los emprendedores estamos hechos de otra pasta”, ni otras tonterías sectarias del estilo. Pero sí pienso que no todo el mundo debería emprender, porque no todo el mundo puede mantener el nivel de estrés, incertidumbre, abnegación y desconsuelo que muchas veces trae bajo el brazo el tener un negocio propio. Ni falta que hace.

Así que, en resumen: quienes empiezan suelen obsesionarse con aprender fiscalidad, marketing, atención al cliente… Pero se olvidan de que la clave de su éxito no está en los libros, ni en las hojas de Excel, sino entre sus dos orejas.

P. De acuerdo con tu experiencia, ¿cómo ves a los ópticos a nivel de emprendimiento?

R. Esto no le va a gustar a mucha gente, pero tiene que decirse y lo voy a decir: los veo obsesionados y cegados por “la bata blanca”. No creo que esté revelando nada que no sepamos todos a estas alturas, también te digo.

De verdad que entiendo que si tu pasión es la óptica-optometría, y ayudar a la gente a mejorar su vida, y poner tu granito de arena en el global de la industria de tu salud, quieras convertirte en el mejor profesional, técnicamente hablando, que tu capacidad te permita ser. Esto es muy loable y honroso.

Pero, amigo mío, la realidad es esta: si no te tomas en serio la parte de negocio de tu óptica, clínica, centro, establecimiento, o como lo quieras llamar, que, en resumidas cuentas, es exactamente eso (un negocio), estás condenado a sufrir penurias eternamente.

«Imagino que esto es duro de escuchar, y que algunos descartarán mi opinión simplemente porque no soy óptico»

Imagino que esto es duro de escuchar, y que algunos descartarán mi opinión simplemente porque “no soy óptico, así que no tengo ni idea”. Pero justamente por eso, por no estar tan cerca del problema puedo verlo con mayor perspectiva, desde diferentes ángulos.

Y lo que creo es que la gran mayoría de ópticos con un negocio de este país, que ahora mismo no estén sintiendo satisfacción con lo que hacen, deberían dejar de pensar en qué más meter en el gabinete, y preguntarse cómo llenar la caja registradora.

Por terminar, que si me meto en este tema no saldríamos jamás: si no te preocupas por desarrollar tus habilidades de negocio paralelamente a tus habilidades como sanitario, no tendrás la oportunidad de ayudar a todas esas personas a las que estás deseando servir.

Darle espacio también a tratar tu negocio como un negocio no te convierte en un ser vil, interesado, ni sucio. Te habilita para ser el óptico que el día en el que decidiste emprender quisiste ser.

P. También eres un experto en tecnología ¿Cómo se ha adaptado el sector a los nuevos cambios?

R.
Estoy un poco desconectado en cuanto a la tecnología específica en el sector en este momento, así que no sería demasiado justo para nadie que hable de proyectos concretos.

Así que aquí va mi opinión general sobre la relación entre el sector y la tecnología: por un lado, estamos frente a una industria que ama la tecnología, que celebra cada avance y que se considera científica. Y, por otro, veo que el mismo grupo, por diferentes razones (algunas políticas que todos conocemos), se aparta, huye, se esconde de “lo que está pasando ahí afuera” y pone los mayores impedimentos posibles para que el progreso penetre en la industria.

Y el culpable creo que es el miedo.

Miedo a perder el status quo, el “es que siempre se ha hecho así”, una determinada posición en la jerarquía sanitaria, un estatus (muchas veces imaginado) frente a otros compañeros…

«Lo triste es que, en ocasiones, el desarrollo tecnológico en la industria trata de frenarse esgrimiendo falsas razones»

Lo triste es que, en ocasiones, el desarrollo tecnológico en la industria trata de frenarse esgrimiendo falsas razones, como el proteger a vete a saber qué pobrecita persona de la calle que nos necesita “tradicionales”; cuando lo que está ocurriendo en realidad es que una importante parte de profesionales de la óptica no están dispuestos a hacer el esfuerzo de adaptarse a lo que viene.

Y la salida más fácil para el anacrónico siempre es unirse con otros, prender las antorchas y salir a linchar al supuesto monstruo que vive en la caverna, y que va a hacerles cambiar su caduca forma de ver el mundo y de hacer las cosas.

P. Por ejemplo, ¿cómo se puede aplicar la inteligencia artificial en el contexto de las ópticas y el negocio de la salud visual?

R. ¿Nos creemos ya que “la máquina” terminará graduando al público sin necesidad del óptico, o todavía no?

Recuerdo que hace unos cuatro años, ya debatíamos, en pequeños círculos donde nadie que pudiera ofenderse (este es un problema serio de la industria) nos escuchara, sobre que esto de la “graduación a distancia” pudiera ocurrir. ¡Y en aquel momento ni siquiera existía ChatGPT, que ahora lo utilizan hasta los niños en el colegio!

No cuento esto para asustar a nadie, sino para señalar al elefante en la habitación y que todos dejemos de fingir que no está ahí.

«Recuerdo que hace unos cuatro años ya debatíamos, n pequeños círculos donde nadie que pudiera ofenderse sobre la graduación a distancia»

Van a producirse cambios muy grandes, enormes, y en muy poco tiempo, que afectarán y cambiarán la sociedad tal y como la conocemos.

Hablo de cambios estructurales serios, del nivel de esas Revoluciones (con r mayúscula) que se estudian en los libros de Historia. Así que creo que obsesionarnos con mirarnos nuestros ombligos, y con el “¿y qué será de mí?” es quedarse más bien tirando a corto.

Esto no lo digo tampoco para adoptemos una posición derrotista, como si no pudiéramos hacer nada. Porque la verdad es lo contrario: podemos hacer muchas cosas. Y no solo es que podamos, sino que, de no empezar a hacerlas pronto, en mucho menos tiempo de lo que creemos dejaremos de ser relevantes.

Te aseguro que ni el movimiento de la IA, ni ninguna otra tecnología que venga tras ella, va a adaptarse jamás a tus preferencias particulares.

P. ¿Cómo puede aplicarse la IA en las ópticas y en el negocio?

R. Pues las maneras de sacarle partido a esto son infinitas. Lo primero que me viene a la cabeza es lo más simple. Pero lo más simple suele ser, muchas veces, lo más acertado: aprende a utilizar ChatGPT, y utilízalo para hacerle preguntas de adulto.

Con “preguntas de adulto” me refiero a que dejes de ponerlo al nivel de un Bot simpático de internet al que puedes preguntarle por la compatibilidad entre tauro y cáncer, o pedirle que te diga la receta de la carbonara auténtica, y que empieces a verlo como un socio al que ni siquiera tienes que pagarle por que te ayude.

Un ejercicio que dejo aquí para quien lo quiera: durante solo 7 días, comprométete a utilizar ChatGPT como tu asistente de negocio, y pregúntale cómo resolver los retos que te vayan surgiendo durante el día a día. No te centres solo en la parte clínica, que está muy bien y también te puede echar una mano, sino utilízalo para tareas del propio negocio como hacer un calendario de vacaciones o turnos, contenido para tus redes sociales y tu blog, y otras cosas sencillas de ese estilo.

«Lo más simple suele ser, muchas veces, lo más acertado: aprende a utilizar ChatGPT, y utilízalo para hacerle preguntas de adulto»

Cuando lo hagas, si no tienes mucha experiencia, lo más probable es que te frustres algunas veces porque el resultado no es el que esperabas. Tendrás que pedirle que corrija lo que te entregue. ¡Pero lo valioso es que estás aprendiendo! Y eso es lo importante, en realidad.

El primer paso que debería aprender todo el mundo ahora es sacarse al menos el A1 del idioma “Hablar con la máquina”; que es saber cómo comunicar peticiones a una inteligencia artificial conversacional, que esta entienda qué es lo que quieres, y que te entregue un resultado parecido (¡o mejor!) al que tenías inicialmente en la cabeza.

P. ¿Dónde debemos poner el límite a la inteligencia artificial?

R. Lo primero que recomendaría es que dejemos de pensar en eso de “ponerle límites”, para pasar a un esquema mental más productivo para todos, que es este: “¿Cómo podemos aprovechar la mejor oportunidad tecnológica que se ha presentado en los últimos 100 años?”

Por si alguien no se ha dado cuenta aún, el cambio en todos los niveles que supone el avance de la Inteligencia Artificial es inevitable. Aunque sé que hay personas rezando de carrerilla todo lo que saben para que el burócrata, partido o gobernante de turno les resuelva la papeleta de la IA a golpe de decreto.

Pasa como con las pensiones: hay un grupo, por desgracia, grande de la sociedad que mete la cabeza en la arena para no ver lo que está ocurriendo (que no hay dinero) y sueña con que algún presidente con vocación de superhéroe le resuelva el problema que tendrá en 10-15 años por no haberse involucrado en protegerse activamente ante el escenario que le espera.

«Por si alguien no se ha dado cuenta aún, el cambio en todos los niveles que supone el avance de la Inteligencia Artificial es inevitable»

La clave, en mi opinión, tanto para la IA, como para el ejemplo de las pensiones en España, como para cualquier otro tema que te afecte directamente (que es casi todo), es dejar de pensar en que otro venga a resolverte el marrón, que te remangues, y hagas algo al respecto.

Además, el tema de bloquear a la IA, ilegalizarla, o todos esos movimientos hostiles del estilo son, directamente, ridículos.

Cuando se democratizó el acceso a Internet ocurrió exactamente lo mismo: ciertos colectivos salieron a la calle a “ponerle límites a la red”. La gran mayoría de ellos lo hacían por miedo a perder sus empleos, o sus negocios, o su estatus, o su poder político. ¿Qué pasó? No hay más que desbloquear tu móvil para ver qué ocurrió con aquellas críticas y movimientos antitecnología.

La decisión inteligente es aceptar que la IA ya está aquí y va a seguir avanzando con fuerza, y prepararse para surfear la ola en lugar de tratar de pelear contra ella. Porque, al final, por mucha manifestación, bloqueo, legislación y quejas en redes sociales que haya, la IA ha venido para quedarse.

La pregunta no debería ser “¿Cómo la frenamos?”, sino “¿Cómo nos aceleramos gracias a ella?”.

P. ¿Qué puede pasar si el sector óptico no acepta todas las innovaciones tecnológicas que tiene a mano?

R. Bueno, tampoco hay que aceptarlo todo, sin pensar de manera crítica, simplemente porque algo venga con la etiqueta de “innovación” pegada en el paquete.

Pero creo que si dijera que si el sector óptico no se pone las pilas con la IA tendrá serios problemas, me estaría quedando corto.

Como lleva ocurriendo una y otra vez a lo largo de la historia, quien decida adaptarse, aprender y trabajar, sobrevivirá. Y quien no quiera hacerlo, pues no. Decir que industria óptica al completo va a desaparecer es una visión fatalista que no comparto. La óptica no va a desaparecer. Pero sí va a transformarse.

Lo que yo imagino es una industria completamente actualizada, liderada por las personas (y sus inteligencias, artificiales o no) que hayan sabido huir del dramatismo hostil del “que nos quitan el pan”, para posicionarse en lugares y actividades que aprovechen la aceleración de la IA. En esta “nueva óptica” quedarán algunos renegados puntuales que seguirán gritando al cielo lo mala que es la tecnología, como siguen quedando hoy ópticos que se empeñan en trabajar con papel en sus centros en lugar de utilizar ordenadores.

Pero está claro que serán los que menos, además de los menos rentables y los más amenazados con desaparecer.

P. En cuanto a lo que es la venta en las ópticas, ¿cómo las dinamizarías?

R. Lo que me viene a la cabeza ahora es esto: apostar por lo humano.

Cuidado, que digo apostar por lo humano, no que solo lo humano valga. Porque no es así, lo estamos viendo, y más que lo vamos a ver. Algo en lo que pensaría yo si tuviera un centro óptico es, además de cómo introducir la IA poco a poco en el día a día del negocio, en cómo hacer para acercarme a mi cliente de la manera más humana y natural posible.

Con esto, no me refiero a “mejorar el servicio al cliente”, ni ideas así, porque estoy dando por sentado que ya estamos invirtiendo en este tipo de asuntos básicos. Me refiero, más bien, a la hora de crear servicios. Ojo, servicios, no productos.

Ahora más que nunca, están destacando (y llevándose el dinero) aquellas personas que dan un paso al frente y se deciden a liderar un colectivo concreto.

No pienso en vender más gafas, sino en lanzar nuevos programas, eventos (pequeños también valen), comunidades… que busquen que el cliente se sienta que forma parte de algo más grande que él mismo.

Si consigues que ese “algo” sea tu marca, te llevas el Jackpot.

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Jaime Cevallos
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