Los que estamos en contra de la refracción remota no estamos en contra de la interacción profesional remota («primus inter pares»).
Más apuntes sobre la refracción remota
Un óptico optometrista experto en ortoqueratología puede evaluar y decidir estrategias, a distancia, con otro óptico optometrista que requiera sus servicios, por ejemplo. De hecho ya hace años que se hace con los laboratorios de lentes de contacto
Un óptico optometrista experto en ortoqueratología puede evaluar y decidir estrategias, a distancia, con otro óptico optometrista que requiera sus servicios, por ejemplo. De hecho ya hace años que se hace con los laboratorios de lentes de contacto.
También podrá realizar una actividad de cribado (no confundir con telediagnóstico) de sospecha de presencia de patología de retina, de manera más estricta y afinando mejor el grado de derivación al oftalmólogo, gracias al telecribado realizado por un especialista en retina (interacción entre dos profesionales de la visión colegiados/as).
Los que proponen el modelo de refracción remota aseguran el control por geolocalización del colegiado presencial
Aunque, sobre el papel y aprovechando la ausencia de regulación, los que proponen el modelo de refracción remota aseguran el control por geolocalización del colegiado presencial, la realidad puede ser muy distinta.
En la práctica es muy fácil «olvidarse» el móvil en el gabinete, mientras el colegiado o colegiada va a desayunar un bocadillo de jamón, dejando a cualquiera que ejecute las pruebas teledirigidas.
Tampoco contemplan la importancia, cada vez mayor, de la relación humana presencial. No solo por el propio deseo de la mayoría de los que usamos los servicios de salud, sino por la propia logística de un examen visual que va- o debería ir -mucho más allá de la simple refracción.
Decimos que «debería ir» porque no siempre «va».
Finalmente, otra supuesta ventaja, usada en pro de la refracción remota, es la supuesta conciliación laboral de los profesionales.
Tal como explica uno de los teledefensores refractivos (por cierto, con la cabeza bien amueblada, lo cortés no quita lo valiente), en muchos establecimientos low cost (por poner una etiqueta), los magros protocolos de examen, incluso la cronometrada y escasa relación personal, no son tan distintos de los propuestos por la refracción remota.
Por tanto, como dice el cocinero Chicote cuando va a salvar un restaurante, hay que ponerse las pilas.
Posicionarnos contra la «simple» refracción remota sin aplicarnos en un tiempo mínimo de dedicación al cliente/paciente, sin emplear unos protocolos de examen completos y sin usar una pedagogia de fondo y una comunicación eficiente, nos da los mismos argumentos contra la refracción remota que los que tiene un calvo para vender crecepelos.
Finalmente, otra supuesta ventaja, usada en pro de la refracción remota, es la supuesta conciliación laboral de los profesionales.
Desde luego, si prospera el proyecto, la conciliación laboral será máxima porque como cada colegiado o colegiada hará el trabajo de cuatro, las tres terceras partes del conjunto se quedarán en casa, en paro o en medio paro, esperando a que les llamen. Y esto lo pagaremos todos de distintas maneras, empezando por los usuarios y usuarias de nuestros servicios profesionales.
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