Era el peor de los tiempos. La autarquía de la dictadura franquista tras la Guerra Civil, sumadas a las malas cosechas y a la falta de una industria propia, dibujaba un panorama sombrío en la Galicia de los 50. Miles de gallegos vivían su particular diáspora, sobre todo, a Latinoamérica.
Profeta en su tierra
José Antonio Saavedra Díaz, entonces un joven de algo más de 20 años, dejaba su natal San Juan de Piñeiro (Mugardos) y cruzaba al Atlántico hasta llegar a Venezuela. No iba solo: lo acompañaba su mujer y su pequeño hijo, y, por supuesto, el deseo de convertir en realidad las utopías.
En aquella época, Venezuela ya era una de las mayores potencias petroleras del mundo; las grandes multinacionales norteamericanas de los hidrocarburos tenían sus propias filiales en el país, y cientos de extranjeros se establecían cada día en las principales ciudades en busca de una vida mejor.
Saavedra se adaptó desde el principio al país de acogida y, gracias a los conocimientos que había acumulado en el Laboratorio de óptica y química de la Armada en Ferrol, consiguió su primer empleo en el Laboratorio químico de la Refinería Shell, la más importante del país en aquellos momentos.
Mientras trabajaba en la Shell, Saavedra comenzó a estudiar a distancia la carrera de óptica en la Universidad de Filadelfia y, cuando obtuvo la titulación, abrió Óptica Saavedra, que con los años se convirtió en cadena, y fundó IOVE (Industria Óptica Venezolana), la primera fábrica de monturas y laboratorio de lentes oftálmicas de este país.
Después de 30 años de hacer las Américas, José Antonio Saavedra decidió volver a España en la década de los 80 para volver a empezar; tenía que cumplir en realidad las nuevas utopías; si ya había sido profeta allende los mares, también quería serlo bajo su propio cielo. Entonces, fundó Óptica Lopsy en A Coruña en 1987, empresa cuya presencia se ha extendido a Lugo y Madrid.
Saavedra supo combinar la faceta empresarial con la solidaria, y buena parte de su tiempo lo dedicó a desarrollar campañas de salud visual en las provincias de Galicia, sobre todo, para ayudar a las personas de pocos recursos. Todo ese trabajo lo realizó con el apoyo de su esposa, María Isabel Pazos Brage y sus cuatro hijos (María Isabel, José Antonio, Mónica y Manuela).
José Antonio Saavedra falleció la semana pasada a los 92 años. Descanse en paz.
“Desea una utopía, conviértela en un sueño y luego hazla realidad, pero nunca tengas miedo a luchar para lograrlo”: José Antonio Saavedra
*Datos biográficos tomados de la web de Óptica Lopsy
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