El temor de depender de las gafas suele empezar a los 40 y pocos años con la presbicia, conocida como “vista cansada”, aunque la causa de su aparición no sea el cansancio.
¿Las gafas crean dependencia? Notas de divulgación sobre tópico tóxicos
Si la pérdida es leve y además podemos compensarla, estirando los brazos para reducir el esfuerzo de enfoque, aparece la duda ante retrasar o no el uso de lentes para evitar su dependencia.
Si la pérdida es leve y además podemos compensarla, estirando los brazos para reducir el esfuerzo de enfoque, aparece la duda ante retrasar o no el uso de lentes para evitar su dependencia.
Igual que las canas no aparecieron a raíz de usar el peine azul que nos regalaron, la presbicia no se precipita porque empecemos a usar gafas con los primeros signos de incomodidad visual.
La pérdida acomodativa sigue su curso inexorable, nos pongamos un sombrero verde, miremos al cielo recitando mantras o nos hinchemos de antioxidantes.
Si tenemos la necesidad de ver bien a distancias cortas, de manera extensa e intensa, no tiene sentido sufrir “tocando el trombón” (alejando y acercando el texto).
La dependencia de las gafas cada vez será mayor e inevitable, pero no como una dependencia adictiva sino necesaria.
Las gafas que evitan la dependencia
La pérdida visual de cerca es lo que define la presbicia, pero en realidad empieza mucho antes. A los 14 años la capacidad de acomodar debería ser máxima, a partir de los 15 se va reduciendo hasta la década de los cuarenta años, al coincidir con la distancia habitual de lectura, por eso existen tablas de valores normales por la edad.
Cuando la anomalía acomodativa no es “estructural”, como la irresoluble (al menos de momento) presbicia, sino «funcional» (personas jóvenes) es solucionable. En estos casos las gafas no sólo no crean dependencia sino que evitarán su uso a corto plazo.
La trampa monocular
Algunas personas, en edad de padecer presbicia, presumen de ver bien de cerca sin necesidad de gafas. Tampoco se libran de la presbicia.
Como vamos por el mundo con ambos ojos abiertos, no son conscientes de la presencia de miopía solo en un ojo, esta condición les ofrece la potencia necesaria para compensar la presbicia, a la vez que el sistema no renuncia a la visión de lejos, gracias a la ayuda inestimable de su hermano visual no miope.
El o la miope feliz
Una miopía leve y similar en ambos ojos, salvo si existe una insuficiencia de convergencia (tendencia ocular a divergir), no hace necesario su uso en la actividad continuada de cerca.
Para este o esta miope feliz la dependencia de las gafas no existe de cerca.
Graduaciones leves y exigencia visual
Podemos renunciar al uso de lentes si la graduación es leve, pero asumiendo que para actividades de alta exigencia visual como la conducción, representan un plus de seguridad y eficiencia visual.
El grado de calidad, exigido a nuestros dispositivos de visualización, no siempre lo aplicamos a nuestra visión.
Renunciar a una visión de calidad para evitar una supuesta dependencia de las gafas, es como renunciar a comer jamón ibérico para no crear, en nuestras papilas gustativas, la dependencia de un sabor excelente.
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