La prevalencia del ojo seco va al alza y ese avance empieza a preocupar a los profesionales de la salud visual. Más de un centenar de oftalmólogos europeos se darán cita el 31 de enero en la sede del IMO Grupo Miranza para celebrar la Ocular Surface Masterclass, un evento internacional en el que se debatirá sobre las novedades en ojo seco.
Cumbre de profesionales de la salud visual en Barcelona para analizar el aumento de la prevalencia del ojo seco
El mal funcionamiento de las glándulas de Meibomio está presente en hasta un 85 % de los pacientes con ojo seco
Anniken Burés, especialista de IMO Grupo Miranza y coordinadora del evento, explica que el ojo seco es uno de los problemas más comunes que encontramos en las consultas de oftalmología hoy en día.
“Se trata de una enfermedad que implica una alteración de la capa lagrimal del ojo, ya sea por una falta de lágrima o porque esta sea de mala calidad, y que puede deberse a múltiples causas”, dice Burés.
Un cóctel muy actual: pantallas, lentes de contacto, ojo seco y adolescentes
Una de las causas más habituales es la disfunción de las glándulas de Meibomio. De hecho, el mal funcionamiento de las glándulas de Meibomio está presente en hasta un 85 % de los pacientes con ojo seco. Asimismo, algunas enfermedades de la piel, como la rosácea, la dermatitis atópica, la psoriasis y la blefaritis, así como cambios hormonales asociados a la edad, también pueden alterar el funcionamiento de estas glándulas y estar estrechamente ligadas al ojo seco.
Otras causas que debatirán los expertos europeos son la toma de algunos medicamentos (antidepresivos o antipsicóticos), el uso de lentes de contacto o determinadas condiciones ambientales (exceso de aire acondicionado o calefacción, abuso de pantallas), sin olvidar la edad.
De hecho, el ojo seco es especialmente común a partir de los 50 años, sobre todo en mujeres, y se estima que a los 70 años casi toda la población padece sequedad ocular.
“Dado que el ojo seco es una patología multifactorial, requiere de un estudio muy completo para determinar su causa y gravedad y personalizar el tratamiento más adecuado para aliviar los síntomas y molestias asociadas, como escozor, picor e incluso la pérdida de agudeza visual, que pueden afectar la calidad de vida e interferir en tareas cotidianas”, sostiene Anniken Burés.
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