Contra el caos de la relajación (breve nota sobre prismas oftálmicos)

En un reciente evento profesional, mientras conversaba con una alumna de la facultad sobre prismas, surgió el tema de la “paradoja prismática”.

La estudiante me preguntaba por qué se dice que los prismas relajan la convergencia y, sin embargo, se prescriben en casos de exoforia.

La pregunta tiene lógica: si la exoforia es un estado de relajación de la convergencia y los prismas de base nasal la relajan, podríamos pensar que estos aún acentuarían más dicha relajación.

La clave está en distinguir entre el efecto objetivo de los prismas y la respuesta del sistema visual ante ellos.

De manera similar a cómo las lentes positivas relajan la acomodación y, por tanto, inducen un alejamiento, los prismas de base nasal relajan la convergencia y la desplazan hacia una mayor distancia.

Dado que el sistema visual, como todo sistema vivo, tiende a combatir el desorden (diplopía, supresión), su objetivo principal es lograr la fusión.

Al relajar la convergencia con prismas de base nasal, el sistema exofórico no se relaja más, ya que esto iría en contra del proceso natural de búsqueda del orden. En su lugar, responde activando la convergencia. Esto es posible porque los prismas nasales, al «alejar» la imagen, reducen el esfuerzo de convergencia necesario desde la posición de divergencia, favoreciendo la fusión.

Gracias a los prismas, el sistema visual puede ejercer la convergencia requerida de manera más cómoda, estable y eficiente.

Por esta razón, la aparente «relajación» provoca activación, y en esto reside la esencia de la paradoja prismática.