Una vez descartada o retrasada la cirugía en disfunciones binoculares descompensadas, el tratamiento óptico de la diplopía es un recurso que también tiene sus reglas de juego.
Una imagen sale de la otra. Cuando una pregunta nos muestra la posibilidad de éxito en el uso de prismas
Igual que un coche sin motor no funciona por muy buenas que sean las ruedas que le montemos, los prismas no funcionan si no existe el motor visual capaz de fusionar las imágenes monoculares
Imagen: Planet Volumes vía Unsplash
La eficacia, en el uso de prismas oftálmicos frente a la diplopía depende de la presencia de reservas fusionales.
Igual que un coche sin motor no funciona por muy buenas que sean las ruedas que le montemos, los prismas no funcionan si no existe el motor visual capaz de fusionar las imágenes monoculares.
Parece un contrasentido asociar el concepto de foria a control binocular y a su vez plantear la aparición de diplopía.
Por esa razón, decimos que una foria alta puede romper en tropía y una tropía baja puede pasar como foria. El factor común, más dominante en el primer caso y menos en el segundo, es la compensación.
En esta área de transición foria/tropía, en la que está presente la fusión más o menos eventual, los prismas son especialmente útiles.
Al reducir el recorrido de desviación, animan al sistema a buscar la fusión estable de las imágenes monoculares, evitando la visión doble y la supresión.
Incluso en los casos en los que se propone la cirugía, el uso previo de ayudas prismáticas en estrabismos con mínimas reservas fusionales, preparan al sistema para responder mejor a la misma.
La mayoría de las disfunciones binoculares descompensadas se manifiestan de manera más periódica a medida que pasan los años, haciéndose aún más evidentes en situaciones de enfermedad y/o de cirugía, traumatismo, estrés o cansancio.
En este sentido, obtener información en la anamnesis sobre si existen unas reservas fusionales mínimas es clave.
Frente a la respuesta afirmativa a la pregunta de si la diplopía aparece desde una imagen única, podemos deducir que hay fusión previa a la ruptura y por tanto, visión binocular.
Si nos explican, además, que la desaparición de la diplopía se produce porque las imágenes se juntan en una, sin desaparecer una de ellas, mejor aún, más posibilidades de éxito.
Incluso con independencia de que pueda producirse supresión posterior a la diplopía, sabemos que el sistema es capaz de compensar la foria/tropía, aunque sea con esfuerzo y viento a favor.
En estas circunstancias, el sistema visual se agarrará a la ayuda prismática como un náufrago a un bote salvavidas.
Una frase, con relación a cómo respondía una persona a la pregunta del millón, refleja muy bien la idea de presencia de reservas mínimas: “Cuando veo doble noto que una imagen sale de la otra”.
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