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Gafasvan, una óptica en la ‘España vaciada’
Daniel Paniagua ha puesto en marcha una red de ópticas para atender a las personas que residen en pequeños pueblos de Castilla y León, de tal manera que no se vean obligados a desplazarse a las grandes ciudades para pasar por un examen ocular
En la vida de Daniel Paniagua ocurrieron dos cosas: la primera es muy personal, pues vivió en Lima, una mole de cemento con 5,5 millones de habitantes, una bruma que parece eterna y una humedad tan alta que a veces parece que los peces nadan en el aire.
Daniel no solo hizo de Lima su hogar, sino también su base de operaciones. Desde allí se proyectaba hacia el resto del Perú, a través de numerosas ciudades del país, e incluso a los países vecinos, como Ecuador, donde quedó encandilado del casco viejo de Quito, que es el primer patrimonio cultural de la humanidad declarado por la Unesco.
Después de cinco años viviendo en Perú, Daniel decidió regresar a Mayorga, el pueblo de Castilla y León donde nació, y que, con solo 1.400 habitantes, es más pequeño que un barrio de la vasta capital peruana.
Al volver, ocurrió la segunda de esas cosas que suelen cambiar la vida de las personas: su madre escribió en el grupo de WhatsApp de la familia: «Hay que llevar al abuelo a cambiarse las gafas».
El abuelo, de 90 años, fue llevado a Valladolid —por suerte, la familia de Daniel es numerosa— para hacerle unas gafas nuevas y que pudiera seguir jugando a las cartas con sus amigos cada tarde.
Lo sucedido con su abuelo hizo que Daniel reflexionara sobre la gente que estaba en una situación similar: personas que, por razones de edad, ya no pueden conducir ni tomar el transporte público, cada vez más escaso en el medio rural, para ir a una óptica.
Gafasvan gana terreno en la ‘España vaciada’: ultima la apertura de su séptima óptica
«Mi pueblo está a una hora en coche de la capital. El 98% de las personas mayores de 65 años necesita gafas, es decir, mucha gente las necesita y no tiene facilidades para conseguirlas… Algo similar pasa con los niños. El 30% del fracaso escolar está asociado a problemas de visión. Los niños tampoco pueden desplazarse solos y los padres no siempre pueden llevarlos a la óptica…» escribió Daniel en su página web.
Así fue como Daniel Paniagua, óptico-optometrista de profesión, decidió poner en marcha el proyecto Gafasvan, una óptica ambulante para ir de pueblo en pueblo y atender a las personas con problemas visuales.
Sin embargo, la idea chocaba con la realidad, ya que las leyes no permiten que una óptica funcione de esa manera, pues debe contar con un local fijo que cumpla con las ordenanzas municipales.
Entonces, Daniel abrió cuatro ópticas en Mayorga, Villalón, Villada y Valderas para atender a la población en determinados días. Ahora, ya cuenta con tres ópticas más, en las cuales también ofrece el servicio de audiología. De hecho, está pensando en hacer una especie de franquicia para llegar a otros lugares de esa España vaciada.
De esta manera, Gafasvan ha ido consolidando su presencia en pueblos que tienen muy pocos habitantes y que no despiertan el interés de los grandes operadores del sector óptico en España.
La idea de Daniel Paniagua no solo demuestra que hay otras formas de ejercer la óptica y tener éxito, sino que también contribuye a solucionar un problema que afecta gravemente a las poblaciones alejadas de los grandes núcleos urbanos.
El informe La visión en la España Vaciada: ¿Afecta el lugar en el que vives al estado de tu visión?, elaborado por Visión y Vida y el Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia (COOG), muestra de manera cruda la realidad a la que se enfrentan las personas que residen en estas pequeñas localidades.
El informe se realizó a partir de los datos obtenidos en la campaña Sin perderte de vista, en la que ópticos-optometristas voluntarios realizaron revisiones a los vecinos de los pueblos gallegos de Rinlo, Muras, Avión y Vilariño de Conso.
Elisenda Ibáñez, coordinadora de Visión y Vida, explicó durante la presentación de este estudio que en la España vaciada se registran numerosos casos de visión borrosa, mala visión de lejos, cataratas, ojo seco y una falta de concienciación sobre la importancia de usar gafas de sol.
«Existe un retraso a la hora de realizar las revisiones visuales pertinentes: casi cuatro de cada diez personas (35,40%) hace más de cinco años que no se revisan, y el 35,63% hace más de cuatro años que no renueva sus gafas o lentillas», afirmó Ibáñez. «Esto está interfiriendo en su calidad de visión: uno de cada tres (33,33%) tiene una visión inferior a 0,5, el mínimo exigido por ley para conducir».
«Aunque la mayoría son vecinos de edad avanzada, muchos siguen utilizando el vehículo para sus quehaceres; aquellos que ya no pueden conducir dependen mucho de su red vecinal…», añadió.
El estudio también resalta la poca concienciación respecto al uso de gafas de sol, a pesar de que el estilo de vida en estas zonas es mayoritariamente rural, con muchas horas al aire libre: el 58,47% de las personas no las utiliza. Aquellos que sí lo hacen, solo se las ponen para conducir, y el resto las sigue considerando un simple accesorio de moda.
Otro dato que sorprendió a Ibáñez es la tardanza en recibir atención oftalmológica: «Muchos de los vecinos que se acercaron a revisarse lamentan las largas listas de espera, lo que les obliga a pasar mucho tiempo con una calidad visual pésima». Además, muchos presentan síntomas claros de problemas visuales, como visión borrosa (23,28%), mala visión de lejos (20,69%), enfermedades oculares (9,48%) como cataratas (7,76%) o lagrimeo y ojo seco (6,03%).
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