La cultura corporativa es el conjunto de valores, creencias, comportamientos, normas y prácticas compartidas que definen la identidad de una organización.
La cultura empresarial y su impacto en la estrategia
La cultura empresarial no es un elemento decorativo; es un pilar fundamental que sostiene la estrategia de cualquier organización.

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No se trata de simples declaraciones en un manual o un código ético, sino de cómo actúan individualmente las personas que forman parte de la empresa y de cómo interactúan entre sí, con los clientes y en la toma de decisiones.
Una buena cultura empresarial es un motor que impulsa la estrategia de la empresa hacia el éxito. En cambio, una cultura tóxica o mal gestionada puede obstaculizar incluso la mejor de las estrategias, generando ineficiencias, conflictos internos, desmotivación y un mal desempeño de la empresa a largo plazo.
Cómo implantar correctamente la cultura que deseamos
Disfrutar de una cultura empresarial sólida y coherente no es algo que se logre de la noche a la mañana. Requiere un compromiso constante por parte de la alta dirección, de los mandos intermedios y, en definitiva, de toda la organización.
Para hacerlo bien, se deben considerar tres aspectos fundamentales:
Dar ejemplo. Los líderes deben ser los primeros en encarnar los valores y comportamientos que desean ver reflejados en su equipo. Por eso, el ejemplo es la herramienta más poderosa para influir en la cultura. En este contexto, si se espera una comunicación abierta y honesta, los directivos deben practicarla de manera constante.
Describir y comunicar claramente la cultura. Debe estar bien definida y documentada. Esto incluye la elaboración de manuales internos, códigos de conducta, displays visuales o posters que refuercen los valores clave. Además, se debe explicar con ejemplos concretos de comportamientos deseables para que no haya lugar a interpretaciones ambiguas.
Monitorear y corregir desviaciones. No basta con definir la cultura; es crucial vigilar su cumplimiento. Cuando se detectan comportamientos que no están alineados con los valores de la empresa, es necesario intervenir de inmediato. Ignorar estos casos puede erosionar la cultura deseada.
En las pequeñas empresas o negocios familiares, la cultura suele reflejar la personalidad y el comportamiento del gerente. Esto puede ser positivo si el líder tiene valores sólidos, pero también puede generar problemas si existen egos o hábitos difíciles de cambiar.
Por otro lado, las grandes organizaciones suelen dedicar tiempo y recursos a definir, explicar y proteger su cultura corporativa. Fomentan valores como la comunicación efectiva, la humildad, la honestidad, la colaboración, la responsabilidad personal y la excelencia en el trabajo. Estas empresas saben que las relaciones interpersonales mal gestionadas pueden derivar en conflictos, un mal ambiente laboral y, en última instancia, afectar negativamente los resultados del negocio.
Aun así, mantener conversaciones difíciles es la asignatura pendiente de muchas empresas, independientemente de su tamaño.
Cómo hacer seguimiento y dar feedback
No hacer nada frente a comportamientos que van en contra de la cultura empresarial no es una opción. Si no se protegen activamente los valores y comportamientos deseados, surgirá una cultura alternativa, muchas veces tóxica, que puede minar cualquier estrategia y operativa diaria.
Por ejemplo, si una organización valora la comunicación abierta, pero detecta que un empleado retiene información de manera intencionada, se debe abordar esta situación directamente. Hablar con la persona, entender las razones y corregir el comportamiento es fundamental para mantener la coherencia cultural.
En una empresa que promueve la participación constructiva, los comentarios tóxicos no pueden pasarse por alto. Los líderes deben intervenir de inmediato, recordando la importancia del respeto mutuo y el enfoque positivo para proteger el ambiente de trabajo.
Si uno de los valores de la empresa es la búsqueda de la excelencia, y se observa que un empleado realiza su trabajo de forma apresurada y sin atención al detalle, es necesario abordar la situación. Proporcionar retroalimentación constructiva y ofrecer apoyo para mejorar puede marcar la diferencia en la calidad general del trabajo.
En una organización que prioriza el trabajo en equipo, si se identifica a un empleado que prefiere trabajar de manera aislada y evita colaborar con otros, esto debe ser tratado. Es importante motivar a la persona a participar en proyectos conjuntos y resaltar los beneficios de la colaboración para el éxito colectivo.
La Importancia de salvaguardar la cultura
La cultura empresarial actúa como el pegamento que mantiene unida a la organización. Es el marco que define cómo se hacen las cosas, cómo se resuelven los conflictos y cómo se gestionan las relaciones internas y externas. Cuando los valores y comportamientos deseados no se refuerzan de manera constante, el riesgo de que se impongan dinámicas negativas aumenta considerablemente.
Por ejemplo, si se permite que la falta de respeto o la deshonestidad pasen desapercibidas, estos comportamientos pueden normalizarse, afectando al clima laboral y la moral del equipo. Esto no solo daña la cohesión interna, sino que también repercute en la reputación externa de la empresa, lo que a largo plazo puede traducirse en pérdidas económicas y en la fuga de talento.
Además, una cultura empresarial descuidada puede generar falta de compromiso y motivación en los empleados, reduciendo la productividad. Por ello, es fundamental que las organizaciones establezcan mecanismos de seguimiento y evaluación continua, así como espacios de diálogo abierto para identificar y corregir desviaciones a tiempo.
Conclusión
La cultura empresarial no es un elemento decorativo; es un pilar fundamental que sostiene la estrategia de cualquier organización.
Implantarla con éxito requiere liderazgo ejemplar, una comunicación clara y una vigilancia constante para corregir desviaciones. Solo así se puede garantizar que la cultura apoye y potencie la estrategia empresarial, asegurando el éxito a largo plazo.
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