10/04/2025

Cómo crear una empresa con propósito

Una óptica no es solo un establecimiento sanitario o un sitio donde se venden productos, es un lugar donde se viven gratas experiencias

FOTO: Danica Tanjutco vía Unsplash

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Hoy más que nunca, el mundo necesita empresas con alma. Negocios que no se fundan solo para ocupar un hueco en el mercado, sino para cambiar algo que no funciona. Y esa motivación no se busca fuera, nace dentro. El propósito verdadero surge cuando el fundador ve algo que no le gusta, que le incomoda, que le duele… y decide hacer algo al respecto. Esa es la semilla del propósito… una motivación auténtica, una causa que no se puede ignorar. Así nacen las empresas con impacto real. No como reacción al mercado, sino como una expresión personal del cambio que se quiere ver en el mundo.

Ganar dinero no es el verdadero motor de estas empresas. Es una consecuencia natural del trabajo bien hecho, del compromiso y del impacto positivo que una organización tiene en la sociedad. Amancio Ortega no se convirtió en uno de los empresarios más exitosos porque soñara con ser multimillonario, sino porque quiso transformar la forma de vestir de las personas. Su propósito no era lucrarse, sino democratizar la moda y acercar el diseño a todos los bolsillos. Y eso hizo. El dinero vino después, como resultado de perseguir con convicción una idea transformadora.

En el sector óptico, eso puede significar muchas cosas. Tal vez te moleste lo impersonales que se han vuelto algunas ópticas, donde todo gira en torno al producto y no a la persona. O quizás quieres conseguir una mayor conciencia ambiental o te preocupe el difícil acceso a la salud visual de muchos colectivos. Sea cual sea la chispa, el propósito nace cuando decides convertir tu incomodidad en una propuesta de valor.

Del propósito al posicionamiento comercial

Una vez que sabes cuál es tu propósito, el siguiente paso es alinearlo con todo lo que haces y dices como empresa.

El posicionamiento comercial debe estar al servicio de esa misión. ¿Cómo quieres que te recuerden? ¿Qué problema estás resolviendo realmente? ¿Por qué existes más allá de vender gafas?

Este mensaje debe trasladarse también al diseño de marca. Tu logo, tus colores, tu tipografía… todo debe hablar el mismo idioma. La identidad visual no es una cuestión estética, es una herramienta para comunicar quién eres y qué defiendes, siendo una extensión natural de ese posicionamiento.

Si tu propósito es la cercanía, el bienestar o la sostenibilidad, tu diseño debe contagiar esas sensaciones. No se trata de seguir tendencias, sino de transmitir quiénes somos y qué defendemos.

Las marcas coherentes son las que más perduran porque al final todo comunica.

Espacios que reflejan tu visión

El propósito también se ve y se expresa en los espacios físicos. Una óptica no es solo un establecimiento sanitario o un sitio donde se venden productos, es un lugar donde se viven gratas experiencias.

Si tu propósito está ligado al bienestar de las personas, el diseño del establecimiento debe invitar a la calma, al confort, a la cercanía. Si apuestas por la transparencia, los espacios abiertos y la luz natural pueden reforzar ese mensaje. Si tu enfoque está en la sostenibilidad, utiliza materiales reciclados o de bajo impacto ambiental, busca proveedores locales y muestra ese compromiso con orgullo.

El espacio también comunica y debe estar en sintonía con tu visión del mundo.

Valores vividos y compartidos

El propósito no puede quedarse en la parte visible. También debe estar presente en cómo se hacen las cosas puertas adentro. ¿Cómo seleccionas y capacitas a tu equipo? ¿Qué decisiones tomas respecto al uso de recursos, tiempos o proveedores? ¿Cómo atiendes a tus clientes?

Es fácil escribir frases inspiradoras y pegarlas en la pared del local o en la web corporativa. Lo difícil y verdaderamente transformador es vivir esos valores cada día. Un líder con propósito no toma atajos, más bien actúa con coherencia.

Por eso el liderazgo juega un papel clave en esto. El fundador o el equipo directivo debe ser el primero en dar ejemplo. Porque la cultura empresarial no se impone, se contagia. Las personas no creen en las palabras, creen en los hechos. Cuando los valores están presentes en las decisiones del día a día, la empresa se convierte en un entorno con sentido, donde todos saben por qué hacen lo que hacen.

Por ejemplo… si dices que uno de tus valores es el respeto, ¿cómo lo practicas en tu relación con los proveedores, con tu equipo, con tus clientes? Si apuestas por la sostenibilidad, ¿cómo se traduce eso en tu operativa diaria?

Y es que… una empresa responsable, también lo es en sus procesos internos. Desde el uso de materiales biodegradables en los productos, hasta la forma en la que gestionas la energía, los residuos o la logística.

Ser socialmente responsable es una actitud integral, no un añadido de marketing. Y empieza en la base, en lo invisible, en lo cotidiano.

El crecimiento con sentido

Ser una empresa con propósito es una decisión estratégica que afecta a todos los niveles.

No se trata solo de vender gafas o adaptar lentes. Se trata de mejorar la vida de las personas. De mirar más allá del producto y construir una propuesta de valor que deje huella. Una empresa con propósito tiene clientes más fieles, equipos más comprometidos y una razón mucho más poderosa para crecer.

Porque cuando sabes para qué haces lo que haces, todo cobra sentido. El beneficio económico llegará, claro que sí. Y será la consecuencia, no el objetivo. Ese, en realidad, es el mayor éxito posible.

Etiquetas: Óptica Ubalda Medina
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