Una dioptría no es poco

Recordemos que los prismas, en condiciones monoculares, no acercan ni alejan, sino que desplazan lo que miramos hacia su arista.

Decimos en condiciones monoculares porque, en visión binocular y como oponentes, su efecto de estímulo o de inhibición de la convergencia sí que modifica distancias, alejando cuando están en base nasal o acercando si están en base temporal.

Si los usamos como gemelos (bases no oponentes), podremos levantar el espacio situándolos en base inferior, bajarlo si están en superior o desplazándolo lateralmente, hacia sus aristas, si sus bases están horizontales.

Un prisma de una dioptría provoca un desplazamiento, en el plano XY, equivalente a 1 cm a la distancia de 1 m (1 DPm). Para conseguir el mismo efecto, por descentrado de una lente de 1 D, tendríamos que desplazarla 1 cm respecto a su posición de centrado.

Esto es, frente a una DIP de 60 mm, los lentes tendrían que centrarse a 70 mm o a 50 mm para conseguir 1 DPm.

Es un buen desplazamiento.

Un caso particular de los notables efectos de valores bajos de prisma, sobre la visión binocular, lo encontramos en las forias verticales leves.

Por ejemplo, una hiperforia de 2 DPm se puede compensar pero a costa de cierta incomodidad.

Si añadimos 1 DPm, en base inferior, de ayuda a la fusión, reducimos a la mitad el esfuerzo de las reservas fusionales verticales que, como sabemos, son menos generosas que las horizontales.

Esta reducción del esfuerzo vertical se traduce en una mayor sensación de comodidad.

Si la foria vertical es básica (a todas las distancias), es especialmente agradecido en lentes progresivos, eso sí, recordemos que sin los prismas de aligeramiento.

Y es que, sobre todo en determinadas situaciones, una dioptría de prisma puede ser mucho.