21/05/2025

“Veo igual” (hiposensibilidad aparente)

A medida que transcurren las pruebas, la reformulación de la pregunta inicial puede llevar a matices significativos o incluso a respuestas distintas

FOTO: Rodion Kutsaiev vía Unsplash

El motivo principal de queja, la anamnesis y las pruebas objetivas, son tres referentes para la graduación final, sobre todo cuando, al proceder a afinar su ajuste subjetivo, aparece el temido “veo igual”.

En este sentido tendremos en cuenta tres consideraciones previas:

La primera es que el motivo principal de queja no debe crear prejuicios.

Por ejemplo, para un estudiante adolescente puede ser la visión borrosa de lejos, cuando la causa de la misma es un déficit acomodativo, penalizador de una rapidez en la adaptación a los cambios de distancia visual cerca/lejos.

La segunda es que la anamnesis no acaba, sino que dura a lo largo del examen (anamnesis líquida).

A medida que transcurren las pruebas, la reformulación de la pregunta inicial puede llevar a matices significativos o incluso a respuestas distintas.

Por ejemplo, una insuficiencia de convergencia eventualmente descompensada en forma de episodios puntuales y breves de diplopía, pueden asumirse como normal con lo que no forma parte del motivo de consulta.

Al repreguntar, tras la confirmación de su presencia, si la persona está segura de no ver doble al cabo de un tiempo de lectura, resulta que se produce la racionalización de la anomalía y la respuesta se hace afirmativa.

La tercera es respecto a la relación entre las diferentes pruebas objetivas que pueden llegar a ser coherentes incluso en la diferencia.

En el autorrefractómetro, una miopía puede dar un valor más alto del real o una hipermetropía un valor más bajo, respecto a la retinoscopía, por el hecho de la ausencia o presencia respectiva del control acomodativo, presente en la retinoscopía por la miopización previa.

Después de considerar estos tres aspectos, el temido “veo igual” se neutraliza haciendo leer los optotipos del test.

La persona examinada puede decir que “ve igual”, pero si se le hace leer las letras o identificar la orientación de los optotipos direccionales no hay más de dos opciones: las identificará o no.


En la misma línea, alinear las miras o centrar la cruz sobre los círculos, por ejemplo, para evaluar la condición binocular, implica una respuesta concreta: ésta alineado o no lo está.

Recordemos que, en el afinado subjetivo, las pruebas refractivas han de ir desde el valor objetivo más positivo o menos negativo y desde los cilindros a la baja.

En el caso de requerir el uso de prismas, hemos de recordar que son de ayuda a la fusión y, por tanto, alejados del valor de la heteroforia.

Salvo casos concretos, en horizontales la ayuda estaría en torno a un tercio de su valor, en verticales 1 DPm a la baja.

Como el valor propuesto gira en torno al calculado previamente desde el rango de medidas correspondiente, su valoración subjetiva, como norma general, se restringe a confirmar su aceptación.

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